Capítulo 37.

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ADVERTENCIA: PUEDE QUE EN ESTE CAPÍTULO SE DESCRIBA ESCENAS EXPLICITAS +18 ENTRE TRES PERSONAS, SI ESTAS NO SON DE TU AGRADO TE RECOMIENDO QUE TE LO SALTES.

AUNQUE TU Y YO SABEMOS PROQUE ESTAS AQUI *guiño* *guiño*

Enséñame.

Ainhoa.

La dirección que Liam me había mandado por el móvil y que yo le había dado al señor del taxi nos conducía casi a las afueras de la cuidad. Todo a nuestro alrededor estaba repleto de árboles viejos, pocos edificios y casi ni un ápice de existencia humana.

Casi creí que nos habíamos confundido y esta no era la dirección.

Era un lugar demasiado tranquilo, nada típico de Liam. Pero me gustaba la vista que daba hacia el centro de la cuidad de la cual se podía observar todas las lucecitas de las casas u edificios.

Mire nuevamente la dirección en el móvil y caí en cuenta de que realmente este era el lugar al que nos había enviado. El edificio frente a nosotras de cuatro plantas de altura y muchos balcones sobresalientes tenía el número que salía en el chat de mi novio.

Entonces caí en cuenta de lo que significaban las llaves en mi mano, quemando casi como diciendo algo tipo "vamos, sé que quieres descubrir que puerta es la que abro"

Jimena a mi lado se apartaba el cabello de la cara para que le diera el aire, el movimiento me hizo ver su canalillo y yo solo pude pensar en cómo podrían lucir esas montañas sin ropa. Contra mis manos.

Quería a Liam aquí conmigo, quería decirle todo lo que estaba sintiendo en ese momento y que el esbozara esa sonrisa tan hermosa que hacía que me tranquilizara.

No quise esperar más. Ya podríamos esperarlo dentro.

Tome de su mano tirando de ella hacia la puerta giratoria del edificio.

Un hombre canoso con panza abultada alzo la vista desde el periódico que parecía estar leyendo y nos observó con cautela, luego frunció el ceño con desagrado.

—Aquí no se aceptan ese tipo de servicios mujeres, si quieren usurpar el bolsillo de algún inocente pueden pararse a la esquina de la otra cuadra —luego volvió la vista al periódico en sus manos negando con la cabeza. Casi pude escuchar lo que pasaba por su cabeza. No era nada bueno.

Y eso me hizo enfadar.

—No somos ninguna...

—Pero qué manera menos indiscreta de llamarnos puta. ¡Puta su abuela! Viejo gordo —espeto Jimena con las mejillas rojas y mirada desafiante hacia el señor. Este alzo la ceja y le dio una repasada con los ojos para luego sonreír y negar con la cabeza— ¡¿De qué te ríes?! Viejo gordo y feo. ¡Puto malnacido!

—Váyanse de una vez si no quieren que llame a la policía. No tengo paciencia para chiquillas necesitadas.

Ahogue un grito.

—¡Pues a lo mejor usted debería irse a un centro para ansíanos con loquera en donde aceptes a puros viejos feos prejuiciosos como usted! ¡Nosotras tampoco necesitamos de sus servicios con-ser-je, encontrare mi departamento por mí misma!

Ante la mención de un departamento este se incorporó de la silla como si le hubieran pinchado con una aguja el culo, se quitó los lentes, lanzo el periódico hacia cualquier lugar y nos lanzó una sonrisa amable.

—Haberlo dicho antes, soy el conserje de este edificio —Jimena y yo lo miramos con desconcierto. Su sonrisa tembló nerviosamente— si dan la llave puedo saber en qué piso esta su apartamento... ¿Señorita...?

Sedúceme como quieras #2 ©Where stories live. Discover now