☾Capítulo 10☽

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—Ay —chillo cerrando los ojos —¡duele!

—Shhh no hagas tanto ruido y relájate.

En ese momento siento la embestida y el aire escapa de mis pulmones.

—¡Sácalo sácalo! —ruego mientras me retuerzo en la cama.

—Ya está adentro —dice Rocco con voz baja poniendo una mano en mi boca para que no grite.

—Pero duele... —mi voz se siente amortiguada porque su mano está sobre mis labios.

—Entonces no te muevas —me responde observándome con cuidado.

—Me está pellizcando —espeto apartando su mano de mi boca.

No es como si fuera una chica muy difícil. Digo, me gusta dejarme llevar un poco por la situación. Pero tampoco a este nivel.

—Pensé que treintaicinco estaba bien —susurra pensativo.

—Duele Rocco —muerdo mi mano cuando empieza a sacarlo.

—Ya lo saco, ya lo saco —desiste a mis ruegos.

—Ya te dije que soy talle treinta y siete —digo haciendo un mohín cuando él me quita el zapato taco aguja que está para ir caminando a coronarme reina del infierno.

—Vale vale chillona.

Le enseño la lengua y masajeo mi dolorido pie mientras lo veo ponerse de pie e ir a su vestidor por otra caja. Se empeñó en decirme que debo aprender a caminar con tacones para compensar mi estatura, aunque según él, una mujer con tacos de muerte parece un demonio recién salido del infierno dispuesto a llevarte por un laberinto de placer sin retorno.

Estoy sentada en su cama y son casi las doce de la noche, y estoy aquí porque me llamó por teléfono para decirme que tenía una sorpresa.

No hubiera venido si hubiera sabido sus intenciones.

—Vamos a ir —sentencia trayendo consigo una caja negra con un moño negro sobre ella.

Revoleo los ojos pero no puedo evitar analizar con cuidado el paquete.

Y me refiero a la caja, no a su paquete.

Aunque convengamos que tener a un chico parado de ese calibre frente a mí es un espectáculo que pocos pueden admirar.

Rocco peina su cabello castaño claro que cae estructurado pero rebelde al estilo de Leonardo Di Caprio en Titanic, su metro ochenta de altura y sus impresionantes pero atractivos ojos celestes. Como odio su apariencia de good boy, sabiendo que es un bad boy en esencia.

—No quiero ir —susurro haciendo un mohín.

Rocco revolea los ojos.

—Me dijiste que querías conquistar a tu vecinito, ¿Qué mejor momento que en la fiesta de disfraces en su casa?

Muerdo el interior de mi mejilla y lo observo parado frente a mí.

Mi cabeza está a la altura de su abdomen y dado su altura debo alzar la cabeza para verlo a los ojos.

—Abrelo —dice entregándome la caja. No tengo palabras para decirle más nada, así que obedezco sumisamente tomando la caja que traía en sus manos y poniendola en mi regazo.

Rocco se aleja y se apoya contra una pared de su habitación mientras se cruza de brazos.

Yo lo escruto con los ojos entrecerrados, y puedo notar que sonríe victorioso.

Malas IntencionesWhere stories live. Discover now