☾Capítulo 30☽

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El juego es simple.

Solo una regla.

Solo tener sexo tres veces con una persona para no enamorarse.

La primera es para matar la tensión.

La segunda, porque la primera vez fue buena. En mi caso, fue genial desvirgar al idiota fuckboy del instituto.

La tercera, es la de despedida.

Esa es la manera de no salir lastimado, porque si lo hacemos más veces, la historia termina mal, y eso significa mal para mí.

Sacudo la cabeza mientras camino hacia el aula de periodismo. Es miércoles, eso significa día de periódico.

Pero no significa solo eso, sino que significa algo más.

O alguien.

Alguien cuyos ojos celestes podían llevar a cualquiera al cielo, a un cielo perverso.

Camino por los pasillos con mi uniforme y una sonrisa muy grande cuando llego frente al aula de periodismo y noto que la puerta está cerrada.

Siento mi corazón latir con fuerza en mi pecho y eso me pone la piel de gallina, además, me dan ganas de gritar de la emoción. Tengo tantas cosas que contarle...

Golpeo la puerta tres veces, como siempre hacemos, y espero pacientemente en mitad del pasillo vacío, bamboleándose de adelante hacia atrás.

—No hay nadie —dice del otro lado una masculina y ronca voz.

Yo sonrío inconscientemente y pongo los ojos en blanco para luego volver a golpear la puerta.

—¿Quién es? —oigo que acaba de levantarse y camina hacia la puerta. Me lo imagino parado del otro lado y me muerdo el labio inferior, sintiendo las mariposas en mi estómago.

—Nadie —digo del otro lado entre risas.

En ese momento, abre la puerta y lo primero que veo son sus ojos celestes como el cielo mirarme con una sonrisa en el rostro, que lo hace ver como si fuera un niño pequeño.

Un tierno niño pequeño.

Al que le gusta pervertir.

Pero pervertir con ternura.

Tal vez unos azotes que dejan el culo rojo, pero azotes tiernos.

En el momento en que nos vemos, sonreímos como tontos niños cómplices de mil travesuras. Y mil mariposas se posan en mi estómago.

—Hola Nadie —su voz ronca sale en apenas un susurro mientras me sonríe, como si verme fuera algo así como una cosa maravillosa.

Y yo, sonrío de la misma manera.

Rocco.

Tan Rocco.

—Hola Nadie —devuelvo el saludo y le sonrío.

Rocco es esa persona que está ahí y te hace sentir cosas, de esa clase de cosas que hacen bien.

No sé si alguna vez sintieron algo por una persona que es difícil de explicar, algo que no entiendes, pero que te hace bien. Eso es lo que siento por Rocco. Puedo contarle mis secretos y ser quien soy en realidad con él, sin mentiras, sin sentimientos, y es genial, es genial conectar con él de esa manera porque siento que en otra vida, seguramente fuimos el uno para el otro. Pero tal vez, solo tal vez, esta no es nuestra vida juntos.

Tal vez en la otra vida fuimos una especie de Romeo y Julieta con mucho más estilo y calentura. Solo tal vez.

Alguna vez pensé en estar juntos, de verdad pensé que podía funcionar y que tal vez Rocco y yo podíamos tener algo, algo bueno. Pero algo dentro de mí siempre lo impidió. Rocco es algo tan fuerte que no podría perderlo. Y sé que él siente lo mismo por mí. Y por eso me gusta.

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