☾Capítulo 48☽

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—Vete con tu novio, niña tonta —espeta entre dientes, moviéndose para intentar zafarse de mi agarre. Lo veo gruñir y mira hacia arriba, notando que la cuerda se tensa cada vez más conforme él se retuerce.

Puedo ver las venas marcarse en su piel blanca como la nieve. Que reluce en la oscuridad.

Reluce como si todo dentro de él no fuera oscuro como la noche, y destructor como el averno.

Paso mi mano por su polla de arriba a abajo, mientras muerdo mi labio inferior y lo veo con deseo.

Mi clítoris palpia con violencia y mi sexo empieza a calentarse, deseando su polla entrar en mi. Sin embargo, primero quiero jugar un poco con él. Aunque se resista, como una fiera enjaulada, intentando escapar.

—Me gusta tu orgullo —ronroneo frotando su polla, notando que él me mira con violencia. Tiene la mandíbula apretada pero siento el leve movimiento de su cuerpo buscando mi contacto—. Te ves tan indefenso pero aún así peleas fingiendo que no quieres que te sobe la polla.

J no dice nada, solo pasa saliva oyendo mi voz y yo me siento poderosa dominándolo.

Tan grande, tan brusco y tan sumiso cuando yo lo quiero así.

—Te va a ir mal si no me sueltas —masculla con irritación cargando su voz. Su gruesa, imponente, grave y sexy voz.

—Uy —me burlo de él, dejando de frotar su polla y poniendo mis manos en su pecho, para mantenerme estable mientras acerco mi rostro al suyo. Coqueta, pero hambrienta. Mojo mis labios, pasando la lengua por ellos, para luego posarlos sobre los suyos, sin tocarlos, apenas rozándose.

Tentandolo a él a romper el contacto.

Él mira hacia abajo, observa el punto en el que por apenas unos milímetros mis labios húmedos y los suyos resecos no se chocan.

Siento su cálido aliento sobre mi piel y busco toda la fuerza de voluntad en mí para no besarlo.

J levanta la mirada, y sus ojos negros se clavan en los míos.

Puedo ver que me desea, como yo a él. Sin embargo, yo mando.

Él obedece.

—Me estás haciendo enojar —espeta y entonces yo froto mis labios contra los suyos. Mirándolo a los ojos.

—¿Y eso qué? ¿Me vas a castigar? —susurro contra sus labios, pasando la lengua sutilmente por su labio inferior.

Lo veo separar un poco los labios, buscando que profundice el contacto, pero yo me separo de él.

—Ahora me toca jugar a mí —sonrío y sin dejarlo decir nada, levanto el bajo de su remera y la subo hasta arriba, desnudando su torso.

La remera queda a la altura de sus muñecas, dejando al descubierto su cabeza.

Y entonces, lo contemplo bajo mi cuerpo, con su torso desnudo, cremoso y blanquecino. Al tacto se siente tan suave pero a la vez tan firme que me dan ganas de clavar las uñas en su piel. Pero me contengo.

—¿Por qué no vas a hacerselo al vecino? —gruñe J y yo pongo los ojos en blanco mientras lo veo, separar ligeramente los labios y estremecerse lentamente cuando mis uñas pasan por sus costillas.

Veo que sus músculos se tensan lentamente. Y luego se relaja.

—Porque no quiero —respondo sintiendo bajo las yemas de mis dedos el calor de su sedosa piel.

J observa mis movimientos con enojo, como si lo estuviera torturando y yo disfruto el momento.

—Te fuiste con él —reprocha molesto, cuando yo me inclino sobre su cuerpo, a pasar la lengua por sus abdominales.

Malas IntencionesWhere stories live. Discover now