☾Capítulo 44☽

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Jaziel clava sus dedos en mi cintura, acercando mi cuerpo al suyo, como si intentara borrar distancia alguna. Su pecho sube y baja con violencia, mientras mis poros se impregnan del aroma de su perfume y su piel. Tal viril... tan perverso.

Tan hipnotizarte y aniquilador como el veneno de una cobra.

J apresa mis labios con los suyos de manera tan brusca, que duele un poco pero a la misma vez, me embriaga la necesidad de sentirlo.

Lo oigo jadear cuando tiro de su cabello, acercándolo aún más hacia mi rostro, como si quisiera que su boca y la mía se fusionan.

Mi cuerpo traiciona toda cordura, abandonándome a mis deseos, dominando mis sentidos y llevándome al límite de todo raciocinio.

Su boca, sus labios apresando los míos se sienten desesperados y a la misma vez salvajes. Me consume de manera hambrienta y pasional, como si yo fuera una droga en la que él quisiera sumergirse.

Siento la necesidad de su piel, invadiendo la mía cuando sus manos descienden por mi espalda baja, incendiando mi piel, y llegando a mis nalgas. J posa sus manos, grandes y venosas en mi piel. Aprieta mis nalgas contra su cuerpo, dejándome sentir la dureza de su polla clavada en mi abdomen, cuando entonces, soy consciente de lo que estamos haciendo.

Y abro los ojos.

Para verlo con los ojos cerrados mientras su boca asalta la mía.

Tiene la gorra puesta, y el gorro de su buzo negro sobre ella, lo cual, me impide verlo con claridad.

Sin embargo, abro los ojos, asustada, y pongo las manos en su pecho, sintiendo su corazón latir con fuerza. Y busco toda la fuerza de voluntad en mí para apartarlo de mi cuerpo, rechazando su contacto.

Cuando me separo se su cuerpo, logrando que J retroceda un par de pasos, suficientes como para romper el aura salvaje y arrolladora del asalto, lo observo con el pecho subiendo y bajando con violencia, mientras él me observa de la misma manera, con su gorra oscureciendo su mirada negra como la noche y frunciendo el ceño, confundido y a la misma vez, excitado.

Puedo ver sus mejillas, ligeramente enrojecidas por la excitación del momento, y sus labios, del mismo color. A su vez que su ceño se mantiene fruncido, como si estuviera confundido.

Paso mi mano por mi boca, limpiando el rastro de su beso a la misma vez que le dedico una mirada de odio, resignación a la misma vez, de traición.

¿Quién se cree que es para venir de la nada y besarme como quiera?

—¿Qué haces? —inquiere dando un paso hacia mí, imponente y desafiante, cuando me ve limpiando el beso de mis labios, como si el recuerdo de su tacto me quemase. Entiendo en sus movimientos, que quiere volver a besarme, así que no doy un paso hacia atrás, solo lo observo mientras siento que mi corazón golpea con violencia en mi pecho.

—¡Vete de aquí! —hablo en un susurro, entre los dientes. En un siseo enojado pero dándome cuenta de que si le grito aquí, lo más probable es que venga la seguridad y nos saque a patadas.

Así que solamente, le transmito todo mi odio y frustración.

Mis manos, a los lados de mi cuerpo, tiemblan mientras mi mandíbula se tensa, conteniendo todos los sentimientos destructivos que J me genera.

Él me observa con el ceño fruncido.

Sin entender.

—¿Qué te pasa? —inquiere, ahora más tranquilo. Puedo notar en su rostro inexpresivo, algo extraño en él.

Su mano derecha se levanta, buscando tocar mi rostro, sin embargo, yo la aparto de un manotazo.

—¡No me toques! —espeto, enojada, enfrentándolo mientras él, frunce el ceño.

Malas IntencionesWhere stories live. Discover now