☾Capítulo 41☽

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—¿Qué? —pregunto mientras tomo la llamada de teléfono de Rocco. Son las dos de la mañana y estoy por subir al árbol de mi jardín para meterme a mi casa, cuando noté que mi móvil estaba en silencio y sin saber por qué, lo saqué y noté que tenía veinticinco llamadas perdidas de Rocco, unas tantas de Estela.

Dos mensajes de Luz preguntando qué comida íbamos a llevar para el viaje de tren de la próxima semana para la feria de ciencias regional.

Uno de Elián, preguntándome cómo me encontraba.

Y otro de Noah, invitándome a ir al cine.

Sin embargo, las cincuenta llamadas perdidas de Estela auguraban algo grande.

Y me estremecí.

—¡Ya estamos llegando Bi! Sal de tu casa que te buscamos en la esquina —espera Rocco, sumamente desesperado y yo no entiendo lo que pasa.

—¿Qué? ¿Por qué? ¿Dónde vamos? —inquiero con preocupación caminando hacia la calle, con cuidado, en la oscuridad de la noche.

Mi estómago da un vuelco cuando veo el auto del padre de Rocco dar la vuelta en la manzana y detenerse en la esquina.

Así que sintiendo un sudor frío en la espalda corro hasta allí.

Noto que Estela está en el asiento de acompañante, y se inclina para abrir la puerta del asiento trasero para mí, mientras tanto, yo aún sostengo el móvil sobre la oreja.

Rocco me observa con preocupación y entonces yo no entiendo nada.

Mis manos tiemblan y mis piernas flaquean mientras un dolor punzada en mi nuca. Tomándome un momento para notar que los tres estamos vestidos de negro.

Absolutamente de negro. Rocco trae un buzo negro, y Estela también. Además, veo que Estela sostiene una cartera sobre su regazo.

—¡Sube nena! ¿A qué esperas? —inquiere Rocco colgando la llamada y metiendo su móvil en el bolsillo.

Yo obedezco, más confundida que ninguna otra vez en mi existencia. Entonces, Estela me dice que me ponga el cinturón y Rocco pone en marcha el vehículo.

—¡Alguien quiere explicarme lo que pasa! —chillo y entonces Rocco me ve por el espejo retrovisor.

—¿No viste los mensajes? —inquiere con la voz enojada y entonces siento algo de culpa a la misma vez que mi estómago se encoge pensando que esto es algo gordo.

Ignoré todo por estar con J...

Pero niego con la cabeza mientras mi piel se siente como si me hubiera sumergido a un lago congelado.

—¡Tenemos que ir al instituto! —me dice Estela en voz alta y procupación en la mirada.

—Son las dos de la mañana —digo mientras me sujeto a los asientos delanteros. Poniendo una mano en el asiento de estela y otro en el de Rocco mientras veo que el chico de ojos claros tiene el ceño fruncido.

Rocco maneja tan rápido que mis uñas se clavan en los asientos.

—¡Pues entonces agradece que estamos aquí a las dos de la mañana a salvarte el pellejo! —espeta Rocco en un gruñido molesto y me mira por el espejo retrovisor—. ¡Casi nos volvemos los intentando contactarte Bianca. Y si Estela no iba a mi casa ninguno iba a poder ayudarte!

—¿Qué?¿Ayudarme con qué? —inquiero alternando la mirada Estela quien gira la cabeza para verme y me observa con preocupación— ¡Alguien diga algo maldición! —grito y entonces Estela lo suelta todo.

Malas IntencionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora