Parte 34

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Las puertas se abrieron con un sonido elegantemente tranquilo, dejando ver el interior de la habitación, la cual era habitada por dos entes de imponente presencia.

Tras un escritorio de evidente finesa, una figura delgada y elegante envuelta en una túnica blanca que se reposaba en una silla de igualmente buena manufactura miraba tranquilamente el panorama; tanto sus manos como su rostro estaban resguardados por guantes y mascara, que reflejaban la luz que ingresaba por la ventana, dando la impresión de ser si bien no joyas, artefactos de gran valor.

Al lado del anterior individuo se encontraba un ser más bien extraño, a simple vista un humano delgado y alto, con un traje rojo a rayas y lentes circulares que ocultaban sus ojos a la vista, pero una revisión más exhaustiva revelaba un par de orejas puntiagudas y una larga cola metálica extendiéndose desde la parte baja de su espalda hasta el suelo, donde se movía ocasionalmente con delicadeza.

-Presentando a los embajadores de la Federación Rusa!-

La voz de Yuri era imponente a la vez que, de cierta forma, educada, mostrando siempre una imagen digna y tranquila ante los dos individuos en el cuarto.

Mirando curioso a la persona sentada junto a él, el hombre de gala aguardó por una instrucción, la cual llegó como una modesta señal de mano.

-Pueden pasar-

Recibiendo el permiso pertinente, los 3 individuos provenientes de la federación dejaron tras de sí a la más pequeña de las Maids mientras ingresaban silenciosamente ante la presencia de quienes evidentemente mandaban allí.

La puerta se cerró con un sonido seco que hizo eco a lo ancho del cuarto, pues Entoma seguía de cerca a los invitados, aunque quedándose en la parte trasera de la recamara para ayudar con las tareas más bien banales en la reunión (abrir o cerrar la puerta y ventanas, acarrear bocadillos y en general mantenerse en contacto constante como coordinadora de la guardia presencial de Ains)

Paredes decoradas con tapiz carmesí, alfombras marrones y paredes grabadas, repisas repletas de libros y estatuas de piedra que reflejaban toda clase de seres de fantasía, aunque, sobre el escritorio que antecedía al hombre sentado, se encontraba una figura a escala muy particular, la cual llamó la atención de todos.

Al llegar a una distancia prudente, desde las sombras emergieron 5 seres de ultratumba, con rostros furiosos de esqueletos que los miraban con ojos de fuego; sus ropas eran claramente harapos mugrientos y negruzcos que envolvían la totalidad de sus cuerpos, dejándolos ver únicamente como cadáveres de los espías orientales, pero en sus cinturas reposaban fundas con armas cortas, seguramente pistolas de algún tipo.

Instintivamente, los tres enviados de la federación se congelaron levantando sus manos en el aire mientras eran rodeados por esos monstruos.

-Traer armas ante la presencia de nuestro rey...en verdad no tienen clase cierto?-

Las palabras arrogantes del demonio hacía los invitados logró sacar algunas gotas de sudor frio en las frentes de todos, pues en las cinturas de cada uno de los 3 habían pistolas que su rango les obligaba a portar, un descuido debido a la cantidad de tiempo que habían llegado a considerar a su arma de cargo como parte del uniforme de gala, aunque viéndolo en perspectiva era cierto que podría interpretarse como una falta de respeto o muestra de hostilidad ante el monarca de una nación extranjera.

-Suficiente...-

La persona tras el escritorio finalmente había hablado, su voz era poderosa y magnifica...la voz de un rey.

Los no muertos actuaron rápido, despojando a los 3 embajadores de sus armas e inmediatamente después perdiéndose en las sombras del cuarto, momento en el que el comandante ruso reaccionó de la forma que se le había instruido a hacer frente a un rey.

Overlord: La niña y el nigromanteWhere stories live. Discover now