Parte 37

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En medio del bosque, una precaria fortaleza se había levantado; con troncos y parapetos de tablones los limites se habían fortificado en caso de un ataque imprevisto.

Tiendas de lona y tela se alzaban sobre la pradera artificial donde ancianos atendían a las tropas heridas, principalmente mujeres y hombres mayores.

Un pequeño riachuelo de sangre se colaba por el suelo del campamento hasta desembocar en las letrinas de la retaguardia, arrojando un aroma metálico que inundaba el lugar.

Pero el lugar de relevancia era la tienda principal, construida con madera y un tanto bajo el nivel del terreno, donde los dirigentes del ejército se mantenían pegados a mapas que descansaban en mesas improvisadas con barriles y tablas.

-La línea de la entrada Pirlit está comenzando a desmoronarse, tendremos que retroceder dentro de poco-

-En la región india la cosa se mantiene a penas...quizás podamos mantener el terreno un par de días...pero igual tendremos que abandonar el lugar eventualmente-

-Las cosas están mal en todos lados cierto?-

Los comandantes de sus diferentes sectores dialogaban entre ellos compartiendo las perspectivas de la batalla mientras lanzaban esporádicas miradas hacia su general en jefe, quien se mantenía callada en la parte más amplia de la mesa, observando en silencio las deducciones de sus subalternos a la vez que escuchaba las sugerencias de dos de sus consejeros asignados con una mirada aburrida y su mejilla recargada sobre su mano, la cual a su vez reposaba en el descanzabrazos de su silla.

-General Remedios, cómo deberíamos proceder?-

Remedios Cusodios, antaño una capitana de la orden de paladines, ahora ascendida y enviada como supervisora de las fuerzas apostadas en el bosque.

Sus ojos cansados y llenos de ojeras, su cabello, una vez corto y bien cuidado ahora llegaba hasta su espalda, descuidado y opaco tras decenas de combates sin descanso en los que ella se había rehusado a asearse, pues al final del día ella se mantenía viviendo prácticamente entre la sangre y el fango de la guerra.

La veterana, la salvadora...la desgracia del reino santo...la General Remedios custodio.

Sus asesores se acercaban hasta una distancia en la que sus susurros pudieran ser escuchados únicamente por la general, declarando sus intenciones como un robot sin conciencia tras escuchar atentamente.

-Comiencen una rotación de puestos y envíen a las reservas hasta los puntos mas débiles-

Las caras de aquellos que escuchaban las ordenes de la general eran variadas, pero compartiendo la misma decepción y molestia en sus ojos.

Dónde había quedado aquella orgullosa capitana que peleaba con orgullo y dedicación a su nación?

Quizás Remedios seguía luchando por su nación, pero todos habían notado que su dedicación y esfuerzo en el combate habían desaparecido casi por completo, dejando que sus esfuerzos cayeran en al igual que su habilidad. La bestia guerrera hasta ahora había empatado casi todos sus combates, evitando que su nación consiguiera abrirse paso por entre las fuerzas enemigas y guiándolos inevitablemente hasta un punto muerto, cosa que finalmente la llevó a ser relegada de su cargo como vanguardia y colocada como asesora general.

Sus asesores, guerreros fuertes por igual y de los pocos veteranos aun operativos, habían sido asignados junto a la general debido a las crecientes sospechas de una posible traición por parte de Remedios, quien había declarado públicamente su desprecio hacía esta lucha, además de su simpatía por el reino del sur.

La reunión de los líderes fue interrumpida por una llegada de improvisto.

-Señores, capitana Baraja reportándose-

Overlord: La niña y el nigromanteWhere stories live. Discover now