11. Días de perros

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El mando se resbaló de mis manos y paralizado contemplé como Sara masacraba a mi personaje sin piedad en un instante, pero yo ya no pensaba en el juego. Con rapidez giré la cabeza y miré a Nay sintiendo como mi rostro comenzaba a a enrojecer.

—¡N...Nada! No me refería a nada —Nay frunció el ceño y me dedicó una mirada que claramente quería decir "¿En serio esperas que me crea eso?" , pero yo no pensaba ceder. Notando como el labio me temblaba recorrí el interior de la caravana con la mirada, buscando cualquier cosa que pudiese ser mi salvación para cambiar el tema de la conversación.  Mi mirada se cruzó con la de Haddock que nos sonreía despreocupadamente a los dos y sin ser consciente de mi expresión de horror empezó a hablar.

—Creo que yo se a lo que se refe... —Agarrando lo primero que encontré por la mesa (Que resultó ser la caja vacía de los videojuegos) se la lancé al mayor por puro reflejo. En ese momento lo único que quería es que se callase.

—¡Haddock! —Le interrumpí con un tono de reproche en la voz, pero creo que eso quedo oculto por el tono de histeria que me invadía. Haddock se protegió del proyectil con el antebrazo y soltando un quejido me miró molesto.

—¿Qué? ¡No hay nada de malo en decirlo! —Si alguna vez había pensado que era incapaz de poner una de esas miradas asesinas que tanto acojonan me equivoqué. Porque estoy segurísimo que la que le dediqué en ese momento superaba a muchas de las que había visto hasta ahora.

—¡Cállate! —La risa de Nay a mi lado me hizo sobresaltarme. No me había dado cuenta hasta entonces de cómo había pasado su brazo por mis hombros, cosa que me hizo enrojecer aún más. Completamente azorado volví el rostro hacia el suyo para encararle de mal humor.

—¿Y tú ahora de qué te ríes, idiota? —El peliazul dejó de reír y lentamente acercó su rostro al mío, creo que a estas alturas había aprendido que hacer eso conseguía alterarme aun más y sacaba provecho de la situación. Desde aquella distancia podía ver claramente su mirada desafiante, una mirada que me dejó completamente paralizado. De entre sus labios asomó una sonrisa que se me hizo más malévola que cualquier otra cosa.

—De ti, imbécil —Fue entonces cuando la misteriosa valentía que me había invadido hacía unos segundos se desvaneció dejándome sin palabras para contestar (¿No odias cuando os quedáis sin respuestas en una discusión? ). Aún así mantuve mis ojos fijos en los suyos con tozudez. No estaba dispuesto a apartar la mirada y perder la supuesta pelea que se parecía respirar en el ambiente. Fue entonces cuando el carraspeo de Sara interrumpió en la tensión de la ambiente.

—Si no pensáis jugar más ¿Queréis hacer el favor de dejarme salir? —El tono agrio de su voz me sorprendió ¿Se había enfadado porque habíamos dejado el juego? Algo en mi interior me decía que la causa no era algo tan estúpido como eso. Nay desvió la mirada para mirar a la chica con..¿preocupación? Por alguna extraña razón el hecho de que fuese él el que hubiese cedido ante nuestra misteriosa batalla de miradas no me provocó la alegría que esperaba. Más bien me dejó frustrado y decaído, pero ni siquiera yo entendí la razón. 

Con la mirada fija en el suelo me separé de Nay poniéndome de pie para dejar paso a Sara. La chica pasó a mi lado ignorando mi presencia y se fue a refugiar a una de las literas. Así que las cosas habían vuelto a como eran antes," Era demasiado bueno para ser cierto."

Fue entonces cuando el quejido infantil de Crystal rompió el mal rollo que se había formado en la caravana.

—¡Frikaaazooo, me duele la cabeza! —Fruncí ligeramente el ceño, aún de mal humor " Cómo si a mi no me doliese" 

—¿Y qué quieres que le haga yo? —La cara de la pelirroja asomó por la litera de arriba y me miró con altanería.

—Distraerme —No pude evitar bufar. Ni siquiera se había molestado en hacerlo sonar como una petición, era claramente una orden. Aún así me dirigí hacia mi mochila para buscar un ibuprofeno o cualquier cosa que pudiese servir mientras murmuraba por lo bajo.

La vida es AburridaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora