La noche es mágica

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No es el capítulo más largo del mundo, pero estoy bastante segura de que os va a gustar :P

El capítulo de lo de dedico a Redie88 que espero que disfrute del capítulo ;) 

—N...Nay— Pude sentir los labios del peliazul, aún posados en mi piel, formaban una sonrisa ante el tono tembloroso de mi voz. Con un movimiento demasiado rápido se acercó a mi, atrapándome entre la puerta y su cuerpo y levantó mi camiseta con brusquedad, dejando el torso al descubierto. Sorprendido intenté empujarle para poder respirar con tranquilidad —. ¿Estás loco? ¿Qué...? —Las manos del chico recorrieron mi pecho expertas, provocándome un escalofrío de placer y no pude evitar jadear cuando alcanzaron los pezones, pellizcándolos ligeramente. Nay dejó de jugar con mi cuello y se incorporó quedando nuestros rostros frente a frente. Sin apartar la mirada de mi rostro me agarró una mano y con lentitud, cómo si temiese asustarme, la llevó hasta el interior de su propia camiseta.

—Tú también — Habló en un murmullo e inmediatamente se inclinó para posar sus labios en los míos. Yo estaba en shock, ¿Nay me invitaba a tocarle? Sin ser consciente de lo que había alcé la mano, que aún seguía enterrada bajo la camiseta, recorriendo con torpeza el abdomen del chico, recreándome en la dureza que contrastaba con suavidad de la piel. El peliazul soltó un gruñido de placer que se ahogó en el beso y puso más énfasis en sus caricias. No fue hasta que sentí como sus manos bajaban por mi abdomen hasta llegar a la cadera que sentí llegar el pánico. Con rapidez aparté las mías de su cuerpo para agarrar las suyas antes de que lograse desabrochar el cierre del pantalón.

Puede que ardiese en deseos de ser tocado por aquel chico, pero eso no quitaba que siguiésemos en el baño de mi mejor amiga, cuando ella y mi otro mejor amigo estaban a solo una habitación de distancia y además había un niño pequeño por los alrededores... y ¡vale! También estaba demasiado nervioso para dejar que eso pasase.

—Para, para, para — Imploré con tono agitado, y Nay paró. El peliazul se volvió a incorporar, separando sus labios de mi rostro y nos mantuvimos inmóviles durante unos segundos. Él con la mirada perdida en mis ojos, mientras se mordía el piercing del labio inferior y yo tenso como una piedra, preguntándome que es lo que estaría pasando por su cabeza en aquel momento.

Tras una eternidad Nay se movió, enterrando su rostro en el hueco entre mi cuello y el hombro. Soltó una especie de gruñido y retiró la mano de la apertura del pantalón.

—Acompáñame a casa —Solté un respingo al notar las cosquillas de su aliento en mi cuello.

—¿A... acompañarte?

—He bebido demasiado— Fruncí el ceño. ¿Por qué todo tenía que ocurrir cuando estaba borracho?

—¿Estás tan borracho que no sabes volver a tu casa? —¿ Y por qué tenía la sensación de que algo no encajaba?

—Eres el único al que se lo puedo pedir— Una agradable sensación me invadió. Yo era uno de los pocos que conocía la casa del peliazul. Con un tono de voz mucho más calmado y amable hablé.

—Mira que eres crío— Luego me enderecé, acomodé bien mis ropas y abrí la puerta del baño—. Espera fuera unos minutos. Antes tengo que hacer algo.

Sin pararme a comprobar que Nay, en su estado de embriaguez, me había entendido, salí del baño y , tras lanzar una fugaz mirada a la puerta por la que habían desaparecido Crystal y Martín, anduve por el pasillo hasta dar con la sala donde sabía que estaría esperando Isai.

El niño se encontraba sentado en el suelo, con la espalda apoyada en la pared, esperando paciente. Sonreí y le di unos golpecitos cariñosos en el hombro para atraer su atención. Luego agarré su mano para estrecharla a modo de saludo secreto.

La vida es AburridaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora