3. Nay

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Cuando llegamos al extraño edificio aún seguía en estado shock y no había conseguido pronunciar ninguna palabra. Sí, llevo tanto tiempo obsesionado que el simple hecho de pensar que por fin veré de nuevo a ese chico raro hace que me quede en modo zombie. Patético ¿Verdad?., pero por muy patético que fuese ahí estaba yo, con los pelos de punta por un desconocido que ni siquiera me caía bien, imaginando todas las situaciones y conversaciones posibles que se pudiesen dar ( ¡Cómo si eso me fuese a preparar para salir airoso, pfff!. Luego a la hora de la verdad llegaran los balbuceos y las caras estúpidas). 

Ni siquiera me di cuenta de que Crystal rodeó la entrada de aquel edificio enorme para colarse por la entrada de emergencia y mucho menos me paré a pensar que eso era ilegal ( Que sin duda lo era). Simplemente la seguí en silencio  mientras ella parloteaba cosas sin sentido.

—Siento haber tardado tanto en localizarle, pero es que es difícil ¿sabes? Con su maldita manía de no pisar dos veces el mismo lugar nunca sabes donde va a estar.

Una sonrisa involuntaria se escapó de mis labios. Eso explicaba por qué nunca le volví a ver en el parque. Y yo como un idiota yendo ahí todos los santos días. Casi me echo a reír de mi propia estupidez.

 Al llegar a la azotea del edificio el corazón me palpitaba con fuerza. ( Por el esfuerzo de subir tantos pisos a pata no penséis nada raro... gente desvergonzada) y el viento me azotó la cara con fuerza, despeinándome más de lo que ya estaba. Con los ojos entrecerrados observé mi alrededor. Por un momento me quedé sin habla ante las vistas..."¡Vaya! ... a merecido la pena ser delincuente por un rato" Desde la azotea se podía ver la ciudad entera iluminada por las luces de los edificios. Abrí los ojos sorprendido.

—Esto es tan...

—Guay —Crystal me robó la palabra de los labios, pero sí. Esa era precisamente la palabra que describía las vistas. Fue entonces cuando una voz nos hizo salir del ensimismamiento en el que parecíamos habernos quedado.

—¡Ginger! Por aquí —Entonces reparé en que no estábamos solos en aquel lugar. En un extremo había sentadas tres personas. El único chico del trío alzaba el brazo enérgicamente para atraer nuestra atención. A mi lado Crystal gruñó.

—No me llames Ginger, giri de pacotilla —A pesar de las palabras hirientes el tono de la pelirroja mostraba que lo decía en broma. Nos acercamos al grupo mientras el aludido se reía a carcajadas. Debía de tener unos 20 años, alto y fuerte, el típico guardia de seguridad con el que nadie se atreve a cruzar. A su lado había dos chicas, una morena pecosa y otra rubia (de bote seguramente, pero shhh). La primera me dedicó una sonrisa tímida y amable "Esta chica me va a caer bien", la otra directamente desvió la vista como si fuese más importante la pared que nosotros "Esta, creo yo que no"  La voz del chico rompió el silencio por fin.

—¡Vaya! La pelirroja se ha traído su ligue. Ya era hora, pensaba que con tu cara de amargada no pillabas cacho —¡Ale! Ya está, rojo como un tomate. Odio sonrojarme. Balbuceando intenté aclarar la situación.

—No...yo n... no soy su ...eh —Afortunadamente Crystal salió a mi rescate (Nota mental: comprarle unos bombones a Crystal cuando esto se acabe) 

—Deja de inventar Haddock, os dije que traería a mi amigo —Una risita se me escapó involuntariamente y todos me miraron curiosos. Sintiéndome inspeccionado me apresuré a explicarme " No digas una tontería, no digas una tontería"

—¿Haddock? ¿Tus padres eran fans de Tintín o algo así? Te podrían haber llamado Milú —"Aleee, la dijo" los cuatro se me quedaron mirando en silencio unos segundos hasta que Crystal se inclinó hacia ellos y habló en un susurro nada discreto.

La vida es AburridaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora