18. Buenas noches

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La tensión se mantuvo en el aire por unos minutos. Nay parecía demasiado relajado y acostumbrado a aquella situación y a la desconocida parecía hacerle mucha gracia la escena. ¿Es que soy el único que siente que esto es vergonzoso a más no poder? Con disimulo intenté zafarme de la encerrona de Nay, obviamente fallando en el intento, pero le debí de dar pena al peliazul porque al final él mimo optó por apartarse con un suspiro y dejarme espacio para adoptar una postura menos... comprometedora. La desconocida se mantuvo en la puerta de la terraza mirándonos expectante.

Era alta y rubia. Con la mandíbula cuadrada y los ojos azules que la identificaban rápidamente como "Chica del norte". Desprendía el mismo aura de misterio andante de Nay, la misma mirada burlona...incluso podría decirse que la misma sonrisa maquiavélica.  Les miré unos instantes a ambos sin poder evitar la comparación y me pregunté si Nay debajo de ese tinte azul tendría el mismo tono de pelo. Curiosamente se me hacía raro imaginarle con un aspecto... normal. La voz de la chica interrumpió mis pensamientos.

—Entonces ¿No piensas presentarnos? —Nay chasqueó la lengua molesto. Con una expresión de mosqueo hizo un gesto con su mano señalando a la chica que me miraba con una sonrisa nada conciliadora.

—Novato. Esta es mi hermana. Hermana, el novato —Una pequeña exclamación salió de mis labios.

—¡Oh! ¿Annie? —Justo después de que las palabras saliesen de mis labios me di cuenta de mi error. Temeroso me llevé una mano a la boca recordando que se suponía que yo no sabía quién era Annie, pero la metedura de pata ya estaba hecha. Nay posó su mirada en mí con un destello furioso. 

—¿Cómo demonios...? —Agité las manos en el aire sin darle tiempo a formular la pregunta, mientras me protegía el rostro con los brazos, como si temiese llevarme un puñetazo.

—¡Soy inocente! ¡Lo juro! —Sí, es una frase muy cliché, lo sé, pero intentad pensar en algo más ingeniosos vosotros mientras que yo intento salvar el pellejo. Estoy bastante seguro de que me habría llevado un golpe de no ser porque la risa de la desconocida nos interrumpió. Sin ningún tipo de decoro se sentó entre los dos, obligándonos a distanciarnos para dejarla hueco.

—¿Yo Annie? ¿Tengo pinta de una princesita de 10 años por la que Nay moja las bragas? —Nay volvió a chasquear la lengua y juraría que murmuró un par de insultos por lo bajo. Aquella presentación sólo me confundió más.

—¿Eh? —Tanto el peliazul como su, ahora descubierta, otra hermana me ignoraron. Nay miró a la mujer con el ceño fruncido, aunque rápidamente una sonrisa sarcástica asomó en su rostro.

—Tienes razón. A ti te pega más ser el viejo ogro que se come huerfanitos —La hermana le devolvió una sonrisa que, si no era tan impactante como la de su hermano, al menos era igual de siniestra.

Fue entonces cuando pareció recordar que yo existía y con un movimiento demasiado elegante para un humano se volvió hacia mí tornando su expresión a una mucho más amistosa y extendió su mano.

—Soy Kyra. La hermana mayor de este engendro. Annie es la pequeña —Contemplé la mano que me ofrecía receloso, aunque al final decidí corresponder al saludo no queriendo parecer descortés. 

—Encantado... —La chica rápidamente deshizo el agarre y empezó a hablar sin darme tiempo a decirle mi nombre.

— Y dime chico nuevo ¿Qué clase de hechizo le has puesto a mi hermano para que acepte llevarte a mi casa? —El bostezo de Nay nos interrumpió antes de que pudiese asimilar la pregunta. El chico había apoyado un brazo en su rodilla flexionada y nos miraba con la cabeza ladeada y una expresión de auténtico desinterés.

La vida es AburridaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora