Recuerdos borrosos

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Parpadeé intentando desperezarme rápido y me restregué los ojos con el dorso de la mano para asegurarme de que no estaba teniendo una alucinación debido al sueño, pero Nay seguía ahí. Tan real como lo eran las demás cosas que llenaban mi habitación y a la vez tan surrealista como solo Nay podía llegar a ser.

—¿Siempre te levantas insultando a tus amigos? — Por mis labios solo asomó un esbozo de sonrisa que no llegó a mis ojos.

—Solo los sábados y miércoles.

Cuando mi mirada se cruzó con la suya el chico la evitó y escondió las manos en los bolsillos de su gran sudadera de Muse. Un silencio incómodo inundó la habitación, Nay porque parecía estar teniendo dificultades para encontrar las palabras adecuadas y yo porque realmente no tenía nada que decir.

Sentado en mi cama podía observar de soslayo el rostro del peliazul y podía ver como se mordía el piercing del labio pensativo y como parecía tener la mano cerrada en tenso puño. De repente, con un movimiento brusco alzo su cabeza para mirarme con una expresión decidida. No pude evitar tomar aire junto a él.

—Novato...Yo...— Con la misma brusquedad que había empezado a hablar cesó de hacerlo y frunció el ceño. Yo le miré confuso ¿Qué había hecho para molestarle ahora? Cuándo lo vi avanzar hacia mí noté los nervios revolotear en mis tripas e inconscientemente intenté echarme hacia atrás cuando noté como la cama cedía por su peso cuando se sentó al borde de está —Agh... Mira. Aquel día yo...

Mantuvo la mirada fija en el suelo y cuando agachó ligeramente la cabeza la luz que incidía por la ventana hizo brillar su cabello. Fue entonces cuando me di cuenta de que el color de su pelo estaba desapareciendo. Ya no era aquel azul potente que me llamó la atención nada más verle sino que se había ido destiñendo y desfalleciendo poco a poco dejando ver un montón de tonos diferentes de azul que se mezclaban entre si. Sin ser consciente de lo que hacía alcé mi mano para enterrar la mano en sus cabello, deseando ver como los diferentes tonos bailaban con el reflejo de la luz, y tuve que contener la respiración al notar la suavidad de su cabello en mis dedos.

Nay alzó la cabeza alarmado al notar el tacto y me miró, pero no aparté la mano ni él hizo ningún gesto brusco para zafarse de mi, simplemente nos quedamos mirando mutuamente a los ojos.

—Novato. Estoy intentando formar una frase coherente aquí y no estás siendo precisamente de mucha ayuda.

Tardé unos segundos más en ser consciente de lo que acababa de hacer y cuando el sentido de la razón volvió a mi retiré la mano con rapidez y con vergüenza.

—Va — Me crucé de brazos para impedir ningún ataque acosador más y formé una sonrisa beata—.Ya paro.

Nay cerró los ojos y se llevó una mano a la cara frustrado. No sabéis lo que daría para poder saber sus pensamientos ahora. Al final pareció ponerse de acuerdo en el debate interno que debía estar teniendo y suspiró.

—Lo siento— soltó de sopetón, causándome un pequeño respingo —. Aquel día...

—Me dolió— No le estaba mirando cuando le interrumpí, pero aún así pude sentir como el chico abría los ojos para observarme—. Sé que me pasé y que no debería meterme donde no me llaman —me encogí sobre mi mismo, pasando mis brazos a mi alrededor en una especie de abrazo—, pero aún así me dolió.

Aquellas palabras parecieron hacer efecto en el muchacho, porque pude ver como hacía una mueca de culpabilidad.

—Fui muy injusto contigo novato. Se que tienes todo el derecho a estar enfadado conmigo y que una disculpa no lo va a arreglar —Alcé una ceja confuso.

La vida es AburridaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora