Pasarse tres pueblos

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He estado lo que se dice súper mala la última semana, pero bueno. Ya estoy mucho mejor y pude escribir este capítulo. 

Os dejo leerlo y ya si eso al final os doy la tabarra (?)


Me mantuve frente a la puerta de la casa de Nay dudoso. Habían pasado ya tres días desde la última vez que le vi, justo en aquel sitio mientras él cerraba la puerta sin decirme absolutamente nada, y no había tenido ninguna noticia del peliazul desde entonces. Ni siquiera Tarón, cuando me atreví a preguntar disimuladamente, supo darme una respuesta acertada sobre cómo o dónde estaba Nay.

Alcé la mano dispuesto a golpear con los nudillos en la madera para llamar, pero me detuve en el último momento. Un pensamiento temeroso me vino a la cabeza "¿Y sí sus tíos siguen ahí?" Desde luego lo último que me apetecía era encontrarme de nuevo con la mirada insoportable de aquella mujer y causarle más problemas innecesarios a Nay, pero, por otro lado, si no intentaba contactar con él nunca sabría como estaba. No tenía su número de teléfono, en la tienda de tatuajes nunca estaba y nadie sabía como localizarle.

Inspiré y espiré profundamente. No era el momento de ser un cobarde. Con rapidez, para que no me diese tiempo a a arrepentirme, golpeé la puerta con los nudillos, lo suficientemente fuerte para hacerme notar y esperé, notando como el corazón me bombeaba con fuerza en el pecho. Escuché el sonido de alguien moviendo por la casa y entré en pánico "Quizás debería volver otro día, u otro mes... o mejor otro año" , pero cuando me disponía a darme la vuelta, y salir huyendo de ahí, la puerta se abrió de golpe, dejando ver un rostro de una niña pequeña. Annie me observó unos instantes en los que pude ver perfectamente como la expresión de su rostro pasaba de la más pura emoción a una de completa decepción al reconocerme. No voy a negarlo, aquello me acojonó y se formó un aura de silencio incomodo entre los dos mientras nos mirábamos sin decir nada, hasta que decidí romper el hielo adoptando una voz inocente.

—Ehm...¿ Está Nay? —La niña me miró en silencio un rato más y cuando ya me estaba preguntando si sufriría algún tipo de problema auditivo contestó.

—No — Dicho esto se echó a un lado para dejarme pasar. No pude evitar mirar el interior de la casa con recelo " No entres, es una trampa" Aún así, por alguna razón desconocida me decidí a adentrarme en la casa. Tal vez podía esperar a que Nay regresase de donde sea que estaba, pero entonces caí en la cuenta.

— ¿Y Kyra? — Si tenía que vermelas con la hermana mayor de la familia de locos tal vez era mejor no entrar.

—Tampoco— Dejé escapar una mueca.

—¿Entonces estás con tus tíos? — El miedo era palpable en mi tono de voz. Sabía que era una trampa. Annie me miró extrañada unos segundos, pero luego volvió a negar con la cabeza.

—No. Estoy sola — Aquello me desconcertó ¿Sola? ¿Cuántos años tenía esa mocosa? 9 o 10 como mucho.

—¿Estás sola y has abierto la puerta a un desconocido sin preguntar primero? —La chica hizo un puchero ante mi tono de reproche y habló con tono infantil.

—Pensaba que eras Nay — Eso explicaba por qué había puesto esa cara de tremenda decepción al verme. Un extraño pitido llegó hasta mis oídos alarmándome, olisqueé el ambiente.

—¿Tienes la cocina encendida? — Antes de que la pequeña respondiese ya me había adentrado en el salón para ver como de una cacerola salía un montón de líquido hirviendo. Soltando un grito de alarma corrí para apagar el fuego —. ¿¡Estás loca!? ¡Podrías causar un incendio! —Annie parecía avergonzada.

La vida es AburridaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora