❝Tipo de ansiedad que tiene que ver con el miedo a la muerte, el proceso de morir o perder a un ser querido.❞
Con la llegada de la guerra, James Potter tiene miedo de perder a las personas que ama.
Hay gente que tiene miedo de morir, el simple hecho...
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James se había despertado mucho antes que Alex, y quería prepararle el desayuno.
Últimamente sentía que debía esmerarse con ella, tener pequeños detalles o decirle cosas bonitas. No sabía el por qué, pero necesitaba que ella sepa cuan importante era.
Tal vez se relacionaba con el plan que tenía.
Chris se había ofrecido para ayudarlo a preparar el desayuno. Así que ambos chicos se encontraban en la cocina.
–¿Me contarás tu plan? –murmuró el niño mientras balanceaba sus piernas. Él se encontraba sentado en una de las sillas altas de la mesada.
–Puede ser. –respondió. –Estoy un poco indeciso.
–¿Qué es indeciso?
James soltó una pequeña risa y comenzó a cortar la fruta en pequeños cubos.
–Estoy como... –suspiró mientras pensaba como explicarse. –¿Viste cuando hay muchos dulces y no sabes cuál escoger?
–Si.
–Bueno, así es como me siento. –resumió. –No sé qué decisión tomar. ¿Qué piensas de Lex y yo?
Chris ladeó su cabeza y colocó su mano en su barbilla para pensar, mientras murmuraba un “mmm”.
James se golpeó internamente. ¿En verdad le estaba preguntando a un niño de cinco qué pensaba sobre su relación? Patético.
–Bueno, creo que son lindos. –elevó sus hombros. –No me gusta ver a gente adulta junta, es raro. Pero ella y tú me gustan, al igual que Remus y Sirius.
James sonrió feliz y comenzó a calentar el café.
–¿Se conocieron en Hogwarts?
–Si, nos conocimos en nuestro sexto año.
–Wow, a mí me gustaría conocer a mi próxima pareja allí.
–¿Cinco años y ya pensando en pareja? –preguntó riendo. –Eres todo un galán, Chris.
–¡No, no! –negó sonrojandose. –Es solo que... ¡Ash!
Chris se cruzó de brazos haciendo que el azabache ría con fuerza mientras sacudía su cabeza.
James sirvió el café caliente y comenzó a acomodar los pequeños recipientes con distintas galletas y frutas en la bandeja.
–¿También le llevaremos el desayuno a Sirius y Remus?
–Claro que no.
Chris rió y ambos comenzaron a subir la escalera, la puerta fue abierta por el menor, que comenzó a acercarse a paso rápido a la cama.
En unos pocos segundos, se subió de un gran salto y tocó el brazo de Alex con insistencia.
–Estoy dormida. –murmuró sin despegar el rostro de debajo de la almohada.
