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James le sonrió a la enfermera cuando ingresó con una bandeja de comida para Alexandra

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James le sonrió a la enfermera cuando ingresó con una bandeja de comida para Alexandra.

El azabache refregó sus ojos y dirigió la vista a su esposa. Ella dormía plácidamente y abrazaba una de las almohadas que pertenecía al sillón.

James había dormido con ella, Alexandra le había insistido para que lo haga. Hacía tiempo que él no dormía bien a causa de la preocupación, y el tenerla a su lado le causó un alivio increíble.

Sin embargo, habían sido unas horas algo complicadas. Alex se había despertado varias veces, a causa de pesadillas o dolores punzantes de cabeza, los medimagos se habían encargado de darle una poción para los dolores y malos sueños, pero James se encontraba algo inquieto porque vuelva a suceder.

–Lex. –murmuró tocando su brazo con suavidad.

Ella jadeó y abrió los ojos sobresaltada, viendo la sonrisa algo apenada de James. Alexandra suspiró aliviada al recordar que se encontraba allí, le sonrió a medias, indicando que todo estaba en orden ante su mirada algo preocupada.

–Hola.

Él sonrió y tomó su mano.

–Hola. ¿Tienes hambre?

Ella asintió con su cabeza, no había ingerido nada desde aquel pedazo de carne seca unos días antes, que por cierto, no fue nada.

Habían decidido que era mejor esperar para que ella comiera algo. Curar sus heridas y atender los estragos por la pérdida del embarazo era prioridad.

–Te trajeron esto, aunque no sé muy bien qué es. –dijo elevando los hombros y tomando la bandeja entre sus manos, levantó la tapa que lo cubría y asintió con conformidad. –Bien, pollo con arroz, tiene pinta.

Alex sonrió un poco y se sentó, haciendo fuerza con sus manos apoyadas en el colchón. James la miró alarmado, pero se relajó al ver que podía hacerlo sin problemas y quejas de por medio, aunque una pequeña mueca de dolor atravesó su rostro.

James se levantó y acomodó la bandeja sobre las piernas de ella, sirvió un poco de agua en un vaso y se lo entregó.

–Gracias. –susurró. –¿Tú no comerás?

–Ya lo hice, desperté antes que tú y compré algo.

Ella asintió y tomó el tenedor entre sus manos para proceder a mover la comida de un lado a otro. El aroma la invadió y pudo sentir su estómago hacer ruido, pero había algo que le impedía tener bocado alguno.

Se sentía culpable, sabía a la perfección que no había hecho nada malo para sentirse de esa forma, pero no podía evitarlo. Recreaba una y otra vez las escenas de los días anteriores, pensando en qué pudo haber hecho para cambiar el final de su amigo.

James notó la mirada perdida de la chica, se sentó sobre la cama para tenerla más cerca y así tomar su mano.

–¿Estás bien? –preguntó en voz baja.

THANTOPHOBIA; James PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora