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La madrugada del sábado era horrible

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La madrugada del sábado era horrible.

Eran las cuatro y media de la mañana y Sirius, Remus y James se encontraban en la sala de espera de San Mungo. Los medimagos se habían llevado a Alexandra apenas ingresaron al hospital.

El resto de la Órden se había marchado al rato, ya que hubo un ataque en un pequeño pueblo de Londres y debían ayudar a los afectados. Peter también se había marchado, luego de presentarse en el lugar y preocuparse por la chica.

Sirius mantenía su cabeza sobre el hombro de Remus, mientras sus manos estaban entrelazadas para relajarse mutuamente. Ambos estaban cansados, preocupados como nunca y con un nudo en la garganta presente desde que la rescataron.

James posaba sus codos sobre las rodillas y miraba fijamente sus manos, su cabello estaba desastroso y sus ojos irritados. Sentía una opresión en el pecho que le costaba el respirar, la puntada en su cabeza tampoco servía de mucho.

Quería verla, necesitaba hacerlo. Ni siquiera pudo asegurarse de que se encontraba bien en el rescate, ya que Sirius y Remus la llevaron fuera del lugar y rápidamente se marcharon a San Mungo. James y el resto de la Órden pudo abandonar el lugar luego de asegurarse que la mayoría de los mortifagos estaban inconcientes o, incluso, muertos. Había sido una batalla algo complicada, y sabían que eso traería consecuencias.

Las manos y parte de la ropa de James aún tenían restos de sangre seca, proveniente de Eric Johnson. No se había molestado en limpiarse, tenía miedo de dejar la silla y que los medimagos se acerquen para hablar con ellos.

Sirius estaba más que preocupado. Él no le había comentado a su amigo y novio lo que la chica le había dicho antes de caer desmayada. Él rogaba que todo haya sido producto de su mente o esté delirando, y que en verdad no esté embarazada porque complicaría mucho las cosas.

Además, Regulus había partido el día anterior en la mañana. Sirius estaba inquieto, aún no había recibido noticias de él. Tal vez había vuelto a la casa y los estaba esperando.

James se quitó sus lentes para refregar sus ojos por sexta vez en la noche. Se levantó y comenzó a caminar de un lado a otro por el largo pasillo.

El lugar estaba vacío, ya que se encontraban en el tercer piso donde la gente con mayor prioridad se encontraba. Y, además, era de madrugada.

Un trueno resonó fuera, y a los pocos segundos se pudo oír el chispoteo de la lluvia contra las ventanas.

También pensaban en Sam. Ellos no eran tan cercanos al chico, pero eso no significaba que no doliera.

Era una de las primeras muertes tan cercanas que iban a atravesar.

–¿Cuánto más tardarán? –preguntó el azabache frenando el paso y mirando a la pareja.

Sirius suspiró y elevó sus hombros mientras se sentaba recto. Negó con su cabeza sin saber.

–Deben estar revisándola y curando algunas heridas. –dijo Remus. –Intenten estar calmados, sino no nos dejarán entrar.

THANTOPHOBIA; James PotterWhere stories live. Discover now