| 𝟰𝟬 |

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Remus y Sirius se aseguraban de que Alexandra no olvide ninguna de sus pertenencias en San Mungo

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Remus y Sirius se aseguraban de que Alexandra no olvide ninguna de sus pertenencias en San Mungo. Por fin, luego de varios días de cuidados intensivos, había sido dada de alta.

Alexandra extrañaba su hogar, también a sus amigos y el poder disfrutar de su privacidad, pero también estaba algo asustada por abandonar el hospital. Las pesadillas continuaban, los ataques de ansiedad habían regresado, y ni hablar del miedo de dejar un lugar seguro como lo era San Mungo.

–Creo que eso es todo. –dijo ella colocándose el suéter de James, se lo había apropiado.

–Bien, cariño. –suspiró Sirius. –Vamos a casa.

–James debe estar como loco ordenando todo. –rió Remus.

Alex sonrió con ternura mientras esperaba que la medimaga la visite por última vez para dar las indicaciones que debía seguir.

James se había marchado esa mañana, él quería ordenar y limpiar la casa para mejorar un poco el lugar y que Alex se sienta más cómoda. No se le daba muy bien la limpieza, por lo que se fue lo más temprano posible.

–Déjame llevar esto. –murmuró el licantropo tomando el bolso de las manos de Alexandra.

–No es necesario.

Con una mirada, Remus obligó a su mejor amiga a callar, ella reprimió una risa y asintió desganada.

–Señorita Potter. –ingresó la medimaga. –¿Preparada para regresar a casa?

–Eso creo.

–No se preocupe, va a estar bien. –le sonrió. –Lo importante es que no haga mucho esfuerzo por unos días, su costilla aún se está recuperando. Todo lo demás está en orden. –revisó unos papeles. –Ya le di al Señor Potter algunos medicamentos e indicaciones para tomarlos, él me dijo que le explicaría. –hizo una mueca dudosa.

–Lo hará, suele ser insoportable con esas cosas. –levantó sus hombros Sirius.

–Bien, eso es todo. Cualquier cosa que necesites no dudes en llamarme, sea lo que sea.

–Gracias. –murmuró agradecida.

La mujer sonrió cálidamente y asintió. Siempre que un paciente suyo abandonaba el lugar en buenas condiciones no podía evitar sentirse orgullosa, y este caso no era la excepción.

–Oh, y otra cosa. Intente... ya sabe, no tener relaciones sexuales por unas semanas.

Alexandra apretó sus labios mientras sus mejillas se calentaban y miraba el suelo. Sirius soltó una risa nasal, ganándose un codazo por parte de Remus.

–¿En verdad te da risa? ¿Cuánto tienes? ¿Cinco?

–Ya, ya. –dijo entre risas. –Lo siento.

THANTOPHOBIA; James PotterWhere stories live. Discover now