❝Tipo de ansiedad que tiene que ver con el miedo a la muerte, el proceso de morir o perder a un ser querido.❞
Con la llegada de la guerra, James Potter tiene miedo de perder a las personas que ama.
Hay gente que tiene miedo de morir, el simple hecho...
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El día de patrullaje con la Órden había llegado, y Alexandra se encontraba preparando postres para la noche, ya que Lily, Marlene y Dorcas irían a la casa de los Potter para una juntada de chicas.
Las chicas la pasaban bastante bien juntas, y les gustaba poder despejarse un poco de todo lo que estaba sucediendo. En Hogwarts mantuvieron una muy buena relación, aunque Alex pasaba más tiempo con los chicos, y ahora que estaban fuera del Colegio querían mantener esa relación.
James se mantenía a un lado de Alexandra mientras bebía café, estaba sentado sobre la alta mesada mientras leía El Profeta para verificar que nada malo haya sucedido.
El azabache quería hablar con la pelirroja sobre el casamiento. James sabía que tal vez se estaba adelantando mucho, pero en verdad quería aprovechar esos meses donde las cosas estaban más tranquilas.
Si la situación se ponía peor no podrían casarse, y James en verdad quería estar con ella de una forma más seria. Además, en su cabeza no paraba de rondar el pensamiento de que todo podría salir mal y no llegarían a dar ese paso tan importante.
–¿Estás bien?
James bajó el diario y miró a Alex, la chica se encontraba sentada enfrente suyo ya que había terminado con lo que estaba cocinando.
Miraba a James con aspecto algo preocupado, ya que el azabache tenía su vista perdida.
–Si, solo pensaba.
–¿En qué? ¿Algo malo?
James suspiró y mordió su labio inferior mientras tomaba la mano de la chica sobre la mesada, sonrió a medias al ver el anillo en su dedo anular.
–¿Cuándo te gustaría que nos casemos?
Alex abrió sus ojos algo sorprendida y aclaró su garganta mientras pensaba qué responder. Esa pregunta la tomó algo desprevenida.
–B-bueno... no lo sé.
James elevó una ceja ante el tono dudoso de ella y ladeó su cabeza.
–Yo... –ella suspiró y con su otra mano acarició su cuello de forma nerviosa.
–¿Sucede algo? –preguntó al ver que ella se quedaba en silencio.
–No creo que sea buena idea.
Él abrió sus ojos y soltó su mano con algo de decepción, pero ella rápidamente aclaró lo que quiso decir.
–No lo quise decir de esa forma. –negó con su cabeza.
–¿Entonces? –preguntó algo desesperado pero intentando no parecerlo.
James sentía que su corazón latía con rapidez, y una sensación de dolor invadía su estómago por los nervios y tristeza.
