❝Tipo de ansiedad que tiene que ver con el miedo a la muerte, el proceso de morir o perder a un ser querido.❞
Con la llegada de la guerra, James Potter tiene miedo de perder a las personas que ama.
Hay gente que tiene miedo de morir, el simple hecho...
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–¡¿En qué estabas pensando?!
Alex rodó los ojos y caminó hasta la cocina, donde colocó agua en una taza para prepararse un té, con un movimiento de varita la calentó. No tenía ni ánimos ni la paciencia para esperar.
–Alex.
–Me vienes regañando desde que terminó la misión, creo que ya entendí. –volteó a mirarlo.
James suspiró pesadamente y quitó sus anteojos por unos segundos para refregar su rostro.
–No puedes simplemente descuidarte de esa forma.
–Solo... quería ayudar.
Había pasado un mes, y las cosas habían cambiado notablemente.
Alexandra llevaba cuatro meses de embarazo, estaba finalizando el mes de febrero. Remus se había marchado al oeste de Escocia y parte del sur de Londres, donde varias manadas de hombres lobo se encontraban, no se sabía cuándo regresaría, pero esperaban que pronto.
El no saber cómo se encontraba les generaba estrés, tenía prohibido enviar cartas ya que no podían arriesgarse a que caigan en manos equivocadas y eso genere problemas. Aproximadamente en dos semanas debía volver.
Alex ignoró lo que James decía, no quería lidiar con él. Bebió un sorbo de té y reposó su cuerpo sobre la mesada.
Recién habían regresado de una misión con la Órden, la cuál era tranquila hasta que Voldemort y sus seguidores hicieron presencia.
Sí, por tercera vez El Que No Debe Ser Nombrado se presentó. Y para colmo, nuevamente se habían enfrentado a él.
–...y no puedes descuidarte, pudo haber sucedido cualquier cosa y... –continuó hablando. –¿Estás escuchando?
–Sí, James. –respiró hondo.
–¿Y qué tienes para decir?
Dejó la taza a un lado y lo miró de forma cansada. James aún tenía una cortada sin curar en la zona de su frente, y algo de polvo sobre la zona.
–Debes curar eso.
–Alexandra...
–Ya, no lo sé, no sé que decir. Quería ayudar, no había tanta gente disponible para la misión.
–Estás embarazada.
–Si no me lo recordabas no lo tenía en cuenta. –ironizó. Alex notó como el rostro de James enrojecía, así que se apresuró en hablar. –En el momento no lo pensé con claridad, pero estás exagerando un poco.
–¿Exagerando? Dijeron que no debías estresarte o...
–En estos momentos tú me estresas.
James la miró mal y negó con su cabeza, resignado.
