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Alexandra mantenía los ojos fijos en su anillo de casamiento

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Alexandra mantenía los ojos fijos en su anillo de casamiento.

Se sentía agotada, su cuerpo cada vez dolía más. Tenía la necesidad de dormir, pero se negaba, temía cerrar sus ojos y no volver a abrirlos, lo cual le resultaba algo irónico.

Unos años atrás ella hubiera dado lo que sea para descansar y no volver a despertar, ahora buscaba todo lo contrario.

No podía permitirse eso. No con James esperando, sus amigos nerviosos y alterados, y un futuro hijo. Lo último era lo que más preocupaba a la pelirroja, pero intentaba no pensar mucho en ello.

Siempre creyó que era mala idea tener hijos en una situación así. Pero no podía negarlo, la idea le emocionaba.

Tenía los medios, estaba en una relación estable y muy hermosa con James, sus amigos de seguro también estarían encantados con la idea. Pero seguía siendo peligroso.

Pensaba en sus amigos, e intentaba mantener su mente activa en eso. Intentaba despejar su cabeza e ignorar el hecho de que se encontraba en un calabozo, con uno de sus amigos más preciados, sin comer, sin agua y con miles de heridas y golpes.

Suspiró mientras dirigía su vista a Sam, el chico se encontraba en una situación similar a ella.

–No vamos a salir de aquí. –susurró ella.

–No digas eso. –sacudió su cabeza. –Lo haremos. No sé cómo... –aclaró antes de que la chica replique. –...pero lo haremos.

Ella apenas asintió y apoyó su mentón sobre sus rodillas, intentando abrazarse un poco y darse algo de calor.

El suéter y casi toda su ropa de abrigo había sido arrebatada por los mortifagos. Se notaba que estaban haciendo lo posible para que el par hable, pero ellos se negaban.

Continuaban torturándolos o golpeándolos, pero tampoco podían sobrepasarse ya que ellos dos eran los únicos que tenían información sobre sus dudas. Eran su única esperanza, por así decir.

Ellos creían que Alexandra era la única persona que sabía sobre el paradero de Regulus. Lo mismo con Sam y su familia.

Alexandra, por suerte, no había sufrido de otro maltrato desde lo de Eric. Se sentía un poco agradecida por ello, pero también preocupada, temía que estén planeando algo peor.

–Además... –continuó Sam. –Debes salir para ser la mejor auror, ¿no crees?

Ella soltó una pequeña risa y elevó sus hombros.

–Lo serás. –afirmó mientras echaba su cabeza hacia atrás y la reposaba en el muro.

–Así como tú serás el mejor escritor. –lo miró con una ceja alzada.

Sam se incorporó y sonrió apenas.

–Lo dudo.

–¿Y eso por qué?

THANTOPHOBIA; James PotterWhere stories live. Discover now