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Las cosas eran complicadas

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Las cosas eran complicadas.

Una semana y media posterior a la boda fue tiempo suficiente para que las cosas desmejoren.

Euphemia y Fleamont habían adquirido la viruela de dragón en su viaje a China. Esa era una enfermedad complicada, de las más temidas en el Mundo Mágico.

Te mataba de forma rápida y dolorosa. Y la peor parte era no poder ver a tu familia o seres queridos. Era muy contagiosa y no podían arriesgarse a perjudicar al resto.

Todo había comenzado como una gripe, algunos dolores de cabeza, fiebre y tos. Pero luego de unos días comenzaron a salirles manchas verdes en el cuerpo.

Se internaron en San Mungo, ambos eran personas de avanzada edad y con la enfermedad presente no podían hacerse cargo de sí mismos. En el hospital se encargaron de cuidarlos y medicarlos correctamente.

Lucharon una semana y media, hasta la noche anterior, donde ambos fallecieron.

El entierro y ceremonia ya había concluido, pero Sirius, James, Remus y Alexandra aún se encontraban en el cementerio.

El licantropo y la chica apoyaban a sus parejas, ambos estaban destrozados y se negaban a marcharse de allí.

James nunca había perdido un familiar, amigo o persona cercana. Nunca tuvo que atravesar ese proceso de superación y duelo, era la primera vez.

Sirius estaba en la misma situación. La única persona cercana a él que había fallecido era su tío Alphard, pero no solían verse seguido, por lo que no afectó en mucho al chico.

Cuando falleció Martha, ambos habían sufrido, pero más por Alexandra. 

Esto era diferente. Los padres de ambos habían muerto.

James se encontraba de cuclillas mirando fijamente la lápida de su madre, sus manos tomaban un cigarro y temblaban un poco. Su rostro se mantenía inexpresivo, no había llorado ese día, aún así, sus ojos estaban irritados del cansancio por no dormir.

Sirius se encontraba parado, con las manos dentro de los bolsillos delanteros de su pantalón. El cabello estaba hecho un desastre, sus ojos rojos y los labios lastimados de tanto morderlos.

Hacía media hora que se encontraban en esa posición. Todos los amigos cercanos a ellos se habían presentado para demostrar apoyo, pero ya se había marchado.

Alex suspiró mientras limpiaba sus ojos y se colocaba de cuclillas junto a James, posó una mano en su espalda, pero él ni se inmutó.

–James, ¿quieres que nos marchemos? –susurró.

El chico pestañeó y apretó sus labios, sin saber qué hacer. Acercó el cigarro a sus labios y dió una larga calada.

–Debes descansar un poco. –dirigió su mano a su cabello. –No has dormido. También debes comer.

THANTOPHOBIA; James PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora