Capítulo 8- Parte 1

333 32 30
                                    

El asiento cruje con cada leve movimiento, sus rodillas no son el mejor escritorio para sostener su portátil y, a pesar de que no lleva muchas horas trabajando, no avanza al ritmo que le gustaría. Pero no tiene otra opción. Después de lo que sucedió el día anterior, no puede permitirse estar fuera de las instalaciones de ese hospital y tampoco abandonar su trabajo a su suerte.

Desde ayer, las emociones bailan desordenadas en su cuerpo. La culpa se agarra con fuerza a su espalda, el miedo estrangula su estómago y la rabia se ha apoderado de su cabeza.

- ¿Qué Martín qué?- pregunta en un tono más alto soltando el agarre de Luis para llamar la atención del doctor.

- Verás, Luna...- intenta responder Luis a su pregunta, pero la chica ya ha avanzado varios pasos.

- Le estoy preguntando qué le ha pasado a mi marido- insiste de nuevo dirigiéndose al médico.

El doctor mira interrogante a Luis y Aitana siendo él quien, con un leve movimiento de cabeza, asiente dándole permiso para que la informe de lo que ellos aún no se habían atrevido.

- Lo primero, no se preocupe, Martín está bien o al menos todo lo bien que lleva estando estas semanas- comienza a hablar en tono pausado.

- ¿Entonces?- cuestiona de nuevo nerviosa- Aitana acaba de decir que se ha movido- indica señalando a su suegra.

- Es que se movió, yo lo vi- insiste con la mirada aguada.

- ¿Me estáis diciendo que se ha movido y nadie me ha dicho nada?- pregunta dirigiendo la vista a todos los presentes intermitentemente en un tono más elevado, pero con la voz temblorosa.

- Luna- llama su atención Luis queriéndose acercar a ella- No queríamos asustarte, además...- intenta en balde explicar esa falta de comunicación.

Como un volcán a punto de erupcionar, la rabia trepa por el cuerpo de Luna en forma de palabras.

- ¡Es mi marido! Mi marido- recalca con rabia.

Es cierto que apenas han podido disfrutar de ello y no era esta la situación en la que esperaba usar esas palabras para referirse a Martín.

Los oídos se le taponan, el corazón galopa queriendo escapar de su cuerpo y, cuando quiere darse cuenta, está en un despacho con un vaso de agua entre las manos y el doctor de Martín sentado enfrente.

- ¿Estás más tranquila?- pregunta en un tono conciliador. A pesar de las horas que lleva ya en el hospital, o precisamente por eso, sabe que no es fácil lidiar y mantener la calma en una situación así.

Luna no está segura si tranquila define su estado, pero asiente con la cabeza esperando tener una explicación que le haga saber cómo está Martín.

- que estás viviendo una situación muy complicada y que esta espera es demasiado larga para todos- empieza hablar intentando transmitirle que la comprende- pero tenemos que seguir esperando- sentencia sabiendo que quizá no es lo que la chica espera oír.

- ¿Cómo?- boquea confusa.

- que cualquier movimiento suena muy esperanzador, pero la ciencia nos dice que en la mayoría de los casos son reflejos- explica siendo testigo de cómo la mirada de Luna se apaga- Tenemos que seguir esperando, pero de momento todos los indicadores permanecen estables. No puedo decirte algo más esperanzador porque estaría mintiendo- admite con pesar.

Luna traga saliva con fuerza y, para sorpresa del médico, se incorpora con una resignación que parecía que no iba a aparecer.

- Está bien- acepta- pero de ahora en adelante quiero que me hagan llegar todos los partes médicos de Martín a mí, soy su mujer- pide con una seriedad casi impropia de ella.

Más allá de la LunaWhere stories live. Discover now