Capitulo 58

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Lleva preparando el discurso semanas, prácticamente desde el momento en el que los casi marido y mujer se lo propusieron. No quiere defraudar a dos de las personas más importantes de su vida y quiere dar la talla. Aprovechando el cansancio físico que arrastra y que la ha obligado a pasar más tiempo en casa del habitual con una magnífica compañía en miniatura, iba a haciendo anotaciones en hojas aleatorias que ha ido encontrando en las que Estela demuestra que va a desarrollar gusto por los colores. Y, aunque intenta ponerse seria, porque alimentar su creatividad puede ser un arma de doble filo, lo cierto es que no puede evitar sonreír al reconocer una parte de sí misma en su hija, ya que habitualmente ve en ella cosas de Martín.

No solo las distracciones de Estela han sido un hándicap, en ocasiones no ha sido sencillo plasmar sus sentimientos y pensamientos en palabras. Ha resultado ser un proceso que le ha obligado a mirar hacia atrás, a buscar en su propia historia, en la vida que comparte con Martín y eso, sumado al batido de hormonas que es ahora mismo, hacen que las emociones estén a flor de piel. Como ahora.

Está nerviosa, pero supone que la experiencia y las muchas reuniones y presentaciones que lleva a sus espaldas le dan cierta seguridad para hablar en público. O puede que simplemente sea el calor de la mano de Martín apoyada en su pierna la que hace que todo parezca temblar menos.

El momento cada vez está más cerca y ya no sabe si lo que recorre su estómago son nervios, hambre o náuseas. Dirige disimuladamente la mirada hacia el teléfono, que tiene a mano porque Estela acaba de salir de un catarro que la ha dejado molida. Han comido en casa de sus padres y enseguida la pequeña ha caído rendida acurrucada en el pecho de Martín. En ese mismo estado se mantiene la pequeña en la foto que le acaba de mandar Ainara. Dormida en su cama de la infancia abrazada a su peluche con forma de oveja que tantas veces ha velado su sueño. En el corcho, aún quedan fotos que Luna colgó hace años y que hacen que sus labios se curven al pensar en que ese Martín y esa Luna, que solo se preocupaban de hacerse sonreír mutuamente, jamás se habrían imaginado el resto de su historia. Una historia que, pese a sus altos y bajos, hoy puede decir que ha sobrepasado sus expectativas.

Luna llama la atención de Martín para enseñarle la foto de Estela, que enseguida hace que se le curven los labios al verla descansando tranquila.

- ¿Cómo puede ser tan preciosa?- pregunta Luna sin esperar respuesta sonriendo inconscientemente por cómo el chupete ha caído sobre las sábanas y los labios de Estela están entreabiertos.

- Porque es hija tuya- afirma Martín como si fuera obvio.

Luna esboza una sonrisa y niega con la cabeza antes de chocar su hombro con el de Martín. Puede que no todo haya cambiado y lo que sí lo ha hecho, sin duda puede decir que no todo es malo. Algunos cambios han supuesto lo mejor de su vida y otros, son simplemente diferentes.

- Hija nuestra- apostilla Luna antes de bajar la mirada hasta esa parte del vestido donde la tela se tensa ligeramente.

La mirada de Martín se pierde en el mismo sitio. Aún le parece increíble que pueda haber vida al otro lado de ese vientre que va curvándose poco a poco con el paso de las semanas y que esta vez, sí está pudiendo presenciar desde primera fila. Cada avance, cada cambio, cada latido.

Una vida con la que apenas habían empezado a fantasear cuando Luna tuvo la primera falta, que ignoró después de la mucha frustración que le había provocado tanto vaivén en su ciclo cuando buscaban a Estela. Pero que en cierto modo, tampoco le sorprendió demasiado una segunda falta un mes después.

Martín rodea su cuerpo con el brazo acercándola a él. Luna apoya su cabeza contra la suya mientras sigue el recorrido de la mano de Martín en esa caricia tierna que le regala a su hijo y que curva los labios de Luna recreándose en el momento.

Más allá de la Lunaحيث تعيش القصص. اكتشف الآن