Capitulo 42

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Está nerviosa, pero son casi las 12 y ya lleva cuatro cafés, lo cual hace que no ayude a que se reduzca el movimiento de su pierna cruzada después de sentarse tras hacer su exposición. Aunque no lo crea, desde fuera transmite seguridad. Es una propuesta potente en la que es fácil reconocer su sello, tiene fuerza y carisma y desprende su esencia por los cuatro costados. Pero siente que los representantes de la firma están intentando buscar una posible fisura a ese plan en el que tanto esfuerzo y cariño ha invertido.

A fin de cuentas, apenas lleva un año dirigiendo el atelier y no son ajenos a toda la situación personal que rodea a Luna. Eso provoca que surja en ella el miedo de siempre. El que no la tomen en serio por ser la nuera de Aitana. Que piensen, como sabe que cierta gente piensa, que su puesto se debe más a quién es su pareja que a su propio talento.

- Desde hace muchos años, sacamos una colección cápsula al año- justifica sintiendo que le empieza a temblarle la voz.

- Pero los vestidos de novia son otra cosa-responde la mujer del moño tirante sentada frente a ella- Técnicamente es mucho más complejo, se necesita más personal cualificado.

- Tenemos experiencia y contamos con una parte del presupuesto para contrataciones para trabajos especiales- explica Luna- Llevamos mucho tiempo haciendo encargos de vestidos de novia, proyectos que en la mayoría de las ocasiones he dirigido yo.

Apenas oye los susurros entre la mujer y el hombre con barba canosa sentado a su lado. Emma trata de entender lo que dicen, pero por cómo pasan las páginas del dossier una y otra vez, hay algo que se le escapa y que no consigue prever.

- Podemos enseñarles si quieren algunos de los vestidos de novia que hemos realizado hasta ahora- propone simplemente por rellenar ese vacío en el que le está empezando a costar tragar saliva.

No son los definitivos, puesto que cada uno de ellos los guardan con mimo sus dueñas. Pero quizá pueden ser la prueba que necesitan para cerciorarse de la calidad y mimo con la que trabajan, desde el primer minuto, cada una de las creaciones.

La sonrisa de Luna se desdibuja para inmediatamente fruncir su ceño porque puede que esté alucinando, pero a lo lejos escucha los sollozos de Estela. La mirada de Emma se clava en ella confusa y es entonces cuando se da cuenta de que no es la única que lo está oyendo.

- ¿Hacemos una pequeña pausa?- propone poniéndose de pie sintiendo la imperiosa necesidad de saber qué demonios está ocurriendo- ¿Cómo les gusta el café?

Luna se asoma en busca de la secretaria para que atienda a los demás, mientras le sirve de excusa para escabullirse cruzando el pasillo encontrándose, como esperaba, a un Martín completamente sobrepasado aferrado al carro de su hija. Luna se apresura a guiarle hacia un despacho vacío después de coger a Estela para mecerla entre sus brazos. No sin antes asegurarse de que nadie de esa reunión ha seguido sus pasos y ha presenciado esa escena.

- No sé... no dejaba de llorar y... no sabía qué hacer. Lleva así toda la mañana y pensé que igual...- balbucea Martín pasándose una mano por la cabeza tratando de excusarse porque la reacción de Luna es suficiente para saber que no le ha gustado encontrarle ahí.

Lo ha intentado, de veras que lo ha intentado todo. Pero la pequeña parece sentir eso que a él le corroe por dentro y es, que no es capaz de transmitirle paz y tranquilidad. La impotencia subiendo por su cuerpo le bloquea y es la que ha hecho que, sin ser plenamente consciente, sus pasos le hayan llevado en dirección al atelier.

Ahora que lo mira con cierta distancia, es capaz de ver que había otras opciones. Quizá su hermana, sus padres o incluso Javi hubieran sido una mejor elección, porque por la mirada que le dedica Luna, se da cuenta de que no ha sido una buena idea ni de lejos. No sólo ha aparecido en su trabajo, sino que ha interrumpido una reunión muy importante para su futuro. Y eso hace, que ni siquiera sea capaz de escucharle.

Más allá de la LunaWhere stories live. Discover now