Capitulo 37

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La carcajada que escapa de la garganta de Estela tiene un efecto en ella similar al que supone tiene una jugada maestra en un ludópata, pues no puede reprimir el impulso de abalanzarse a dejar otra pedorreta en la tripa de la pequeña para provocar su risa de nuevo.

Es adictivo, sanador y revitalizante. Solo ese instante en el que la niña parece el ser más feliz del universo compensa todas las inseguridades, preocupaciones y responsabilidades que la llevan acompañando los apenas dos meses de vida que tiene Estela. Solo ese instante lleno de vida es capaz de tatuar de la misma manera una sonrisa tanto en los labios de Luna como en los de Martín, que justo entra por la puerta.

- ¿Habéis hecho guerra de cosquillas sin mí?- pregunta con fingida indignación.

- ¿Qué tal el paseo de hoy?- se interesa Luna por ese paseo que cada mañana hace el chico acompañado de su padre.

Luis tiene horarios flexibles y son los dos muy parecidos, así que, en el silencio que muchas veces les acompaña, se entienden demasiado bien y recuperan un tiempo que el más mayor de los dos siente como perdido. Incluso en ocasiones, el orgulloso abuelo insiste en que se lleven a Estela y así Luna puede tener un rato para poder ir adelantando tareas sin tener que estar pendiente de la pequeña.

- Un poco cansado- admite algo más bajo dejándose caer en la cama donde Estela está tumbada.

- Si quieres dile a Álvaro que venga más tarde y así descansas- propone sabiendo que la actividad mental casi agota más su debilitado organismo tras el accidente que el ejercicio físico.

- No- se niega con rapidez- Prefiero que venga y estar entretenido- expone porque la falta de actividad solo alimenta sus pensamientos más negativos- Además, hoy hemos subido al mirador, quizá por eso es por lo que ahora estoy más cansado- señala ese esfuerzo extra que él mismo ha querido añadir a su paseo habitual.

- Eso es genial- reacciona con ilusión por lo que supone ese hito en su recuperación- felicita a papi, Estela- intenta animarle acercándole a la pequeña.

Estela deja un suave manotazo en la cara de Martín intentando en balde atrapar su nariz permitiendo a su padre dejar un leve beso sobre su mano a su paso en el mismo instante en el que el teléfono de Luna comienza a sonar en el salón.

- Cógelo, igual es importante- señala Martín agarrando por debajo de sus hombros a Estela tal y como lo estaba haciendo hasta ahora la chica.

Luna duda por un instante, pero la insistencia de su móvil le indica que quizá Martín tenga razón, así que apresura sus pasos hasta alcanzar el dispositivo. Su frente se frunce como acto reflejo nada más lee el nombre de Leo en la pantalla.

Con la llegada de Estela a su vida, no le ha quedado más remedio que delegar en el atelier. Es consciente que ni por asomo va a vivir una baja maternal como le hubiera gustado. Su puesto como directora de una empresa no se lo permite. Aunque tiene la suerte de contar con Emma y Leo supliéndola en las gestiones empresariales y de diseño en un porcentaje tan elevado, que apenas tiene que trabajar de vez en cuando desde casa. Por eso, esa llamada sólo puede presagiar problemas.

- ¿Ha pasado algo?- pregunta sin saludar mientras camina para situarse en un ángulo del salón en el que puede observar también a Martín y Estela.

- Todo bajo control, tranquila- responde con serenidad al apreciar su nerviosismo- ¿Qué tal la peque? ¿Os deja dormir?- se interesa.

- Leo, no creo que me hayas llamado para preguntarme por Estela- señala inquieta a pesar del tono tranquilo que emplea el chico.

La carcajada de Leo resuena en su oído.

Más allá de la LunaWhere stories live. Discover now