Capítulo 36

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Camina casi de puntillas y duda comprobando de reojo que su hija sigue dormida antes de dejar la puerta semiabierta, pero es un suspiro de agradecimiento el que se escapa de sus labios. El sueño de Estela aún es demasiado intermitente y sus ojeras son prueba fidedigna de ello. Aunque una parte de ella siente una satisfacción que casi podría asegurar que no ha sentido nunca antes cada vez que la pequeña en sus desvelos encuentra consuelo cuando la acerca a su pecho.

Resulta asombroso ver en ella lo que cada segundo que pasa solo parece un milagro, pero casi lo es aún más comprobar que, desde la llegada de Estela, las horas del día resultan escasas. Es casi imposible mantener la casa al día, la niña atendida, prestar atención al trabajo y mantener una imagen digna, que es lo que justo no tiene ahora.

Le encantaría poder darse una ducha y así sentirse un poco más humana y menos zombie. Pero Martín aún no ha vuelto de rehabilitación y le queda una gran lista de tareas pendientes por hacer antes de que esta tarde vengan a merendar Celia y Javi con sus pequeños.

Cuando escucha el sonido de la cerradura, ya le ha dado tiempo a ordenar la casa y empezar a hacer la comida.

- Shhh- pide nada más ve aparecer a Martín que la observa contrariado- Está dormida, estaba guerrera, pero no ha podido conmigo- aclara sacando una leve sonrisa en el chico- ¿Qué tal?- se interesa acercándose a él dispuesta a ayudarle a descalzarse.

- Como siempre- admite algo resignado- y puedo yo- la recuerda no aceptando su ayuda.

Luna deja un beso en su mejilla antes de dejarle hacer sin despegar los ojos sobre él.

- ¿No has invitado a tu padre a subir?- cuestiona pues es el que se encarga de acompañarle a las sesiones y con frecuencia suele subir al piso después para visitar a su nieta.

- Tenía que ir a recoger a mi madre, que hoy comían en el piso de Lía- responde repitiendo lo que le ha dicho su padre.

- En realidad mejor, porque tenemos un montón de cosas que hacer- dice resoplando- Al final le dije a Celia que merendamos aquí en casa porque con esta lluvia no quiero sacar a la niña a la calle- explica acelerada.

Al principio quedar con Celia y Javi le parecía una buena idea porque así todos podrían despejarse y salir un rato. Y, aunque prefiere la comodidad de su hogar, es innegable que suma más tareas a la lista preparar algo de merienda en casa. Pero no quiere arriesgarse a que la pequeña se resfríe con un apenas un mes.

- A ver, ¿en qué te puedo ayudar?- se ofrece abrazándola por la espalda sin entender demasiado bien por qué está tan agobiada.

Luna duda. Igual deberían ir a comprar, pero Martín aún no se siente seguro yendo solo por la calle, tampoco se atreve a dejarle solo con Estela y cocinar... cocinar tras el accidente es toda una aventura para el chico.

- ¿Reviso eso mientras te das una ducha?- propone señalando el fogón al ver que Luna es incapaz de asignarle una tarea.

- Estoy hecha un asco, ¿verdad?- reacciona con culpa.

- Solo un poco estresada- responde dejando un beso en la punta de su nariz.

- ¿Seguro que puedes?- cuestiona con duda porque su pepito grillo se niega a ceder el control.

- Que sí- insiste mientras se dirige ya a la cocina.

- Si la peque se despierta, me avisas y salgo rápido- señala justo antes de correr hacia el baño para ahorrar tiempo.

A decir verdad, ninguno se queda del todo tranquilo. Luna se desnuda rápido y, justo antes de agarrar el grifo, se detiene porque cree oír un leve sollozo de Estela. Pero lo cierto es que, por más que afina el oído no consigue escuchar nada, así que decide darse prisa y acabar cuanto antes para poder comprobar que padre e hija se encuentran bien.

Más allá de la LunaWhere stories live. Discover now