Capítulo 15

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Las mañanas se le hacen eternas. A pesar de que está trabajando desde casa, el insomnio y la ausencia de cualquier tipo de distracción, hacen que durante gran parte de la mañana la envuelva el silencio.

Aunque apenas hace unos días de la marcha de Lía, echa de menos incluso que la interrumpa en cualquier momento proponiéndole algún plan que seguramente rechace, quejándose de la inmadurez de Víctor o simplemente buscando sacarle una sonrisa sincera.

Así que, ha sopesado incorporarse de nuevo al trabajo presencial en el atelier y aprovecharse de ese bullicio constante para acallar sus pensamientos más tóxicos. Pero la reprimenda que seguro Emma le haría y las miradas curiosas por su embarazo, cada vez más notable, han sido dos de las razones por las que ha pospuesto ese momento aceptando ese plan de compras que solo unas horas atrás aborrecía.

Solo media hora después de enviar un mensaje a su madre aceptando el plan, Ainara y Alba la esperan en la puerta de su casa para arrastrarla al centro comercial. Para su sorpresa, a pesar de que cuando su madre le propuso el plan no le pareció la mejor de las ideas, la ilusión desbordante e interés por su embarazo de su familia y las dependientas, han hecho que por un rato se olvidara de que aún no sabe si Martín llegará a conocer a su hija. Se ha permitido dejarse llevar y compartir ese entusiasmo eligiendo ropa y fantaseando con cómo le sentará a su pequeña.

- Madre mía, hemos dejado la tarjeta temblando...- murmura mirando la cantidad de bolsas que hay a su alrededor.

- Dinero bien gastado es- rebate Ainara- y vete pensando a ver cuándo vamos a mirar los muebles de la habitación de esta niña- añade dejando una caricia en su vientre.

Luna sonríe contagiada por el gesto de su madre, aunque un nudo aprieta su estómago ante la idea de decorar una habitación de ese piso sin Martín. Así que, a pesar de que no se lo dice, hacer esa habitación habitable es un plan a largo plazo en su cabeza.

Por suerte, apenas tiene tiempo para recrearse en sus pensamientos pues Alba explica sin parar lo complicado que le resultó escoger un peluche para su futura sobrina. Como si Ainara y Luna no hubieran estado delante, les explica que había modelos con purpurina, otros súper suaves y otros incluso tenían música. Pero aunque un caballito de mar se lo puso complicado, fue la ternura de un conejo blanco con largas orejas el que la terminó de enamorar y ahora asoma en la bolsa mientras Luna abre la puerta de casa.

- ¿Dejamos todo esto en la habitación de la peque para que no esté por medio?- propone Ainara al entrar.

- Sí, aunque hay que separar la ropa pre-mamá en la otra habitación-señala admitiendo que, como su madre había advertido, va a tener que empezar a utilizarla muy pronto.

Justo en el momento en el que su madre y su hermana se pierden por el pasillo camino a las habitaciones, el móvil de Luna comienza a sonar. Sus pasos se precipitan a buscarlo en el fondo del bolso y solo cuando lee el emisor de la llamada su respiración parece volver a normalidad.

La voz de David la calma en cuanto descuelga. Y es que, aunque le conoce desde que empezó a colaborar con Martín y a pesar de que lo considera un amigo, su relación se ha afianzado aún más en los últimos días. La ha llamado casi a diario o, al menos, Luna puede decir que le ha sentido pendiente de ella y del estado de Martín constantemente. Sin embargo hoy, le nota diferente, nervioso.

- ¿Ha pasado algo? Te noto nervioso- se atreve a preguntar.

No es que le apetezca sumar un problema más a su lista de preocupaciones, pero entiende que lo justo es dar lo mismo que recibe, que es un interés sincero.

- No, simplemente...- balbucea al otro lado del teléfono provocándole cierta ternura a Luna, que no recuerda haberle visto dudar jamás- Simplemente quería comentarte una cosa- expone al fin.

Más allá de la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora