Capítulo 17

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Lo primero de todo, mil millones de gracias por seguir al otro lado de la pantalla y transmitirnos tanto cariño. Este es un capítulo que fue duro de escribir y consideramos que también de leer, así que aquí queda dicho. Gracias siempre.

Hace muchas semanas que Ainara no ve esa ilusión reflejada en la mirada de Luna. Está casi tan radiante como el día de su boda y, aunque está nublado, la luz que irradia alumbra el día.

Apenas hace unos minutos que han salido de la consulta, los mismos que ella lleva dándole vueltas en la cabeza a esas palabras de la ginecóloga que no ha entendido bien, como un molesto zumbido que le impide compartir del todo la ilusión de su hija, que sigue sonriendo como cuando ha visto aparecer en la pantalla a esa vida que lleva dentro con el ecógrafo.

Para su alivio, todos los análisis han salido bien y su pequeña cada día lo es menos y crece sana y según lo esperado. Así que por fin se deja llevar por esa emoción e ilusión que siente que debería llevar invadiéndola semanas. Hoy de verdad cree que todo saldrá bien.

Aunque le hubiera gustado ver el reflejo de su propia sonrisa en la de Martín, no tiene dudas de que podrá aferrarse a su mano cuando llegue el momento de conocer a su hija. Además, una parte de él siempre va con ella.

- Es que es preciosa, ¿a que sí?-repite una vez más mordiéndose el labio sin dejar de mirar la ecografía, como lleva haciendo desde el momento en el que se la han dado- No puedo ser objetiva, pero mira qué naricita más mona-gira la fotografía hacia su madre después de haber entrado ya en la cocina.

- Luna...-empieza a decir Ainara, pero la alegría de Luna atropella sus palabras.

- Y cómo pone las manitas-continúa sin prestarle atención, no sabe si consciente o inconscientemente porque teme lo que su madre quiera preguntarle- Es para comérsela.

- Cariño, lo que ha dicho la doctora de...- la consigue interrumpir sin saber muy bien cómo ordenar sus ideas- No quiero meterme, pero, ¿estaba todo bien entre Martín y tú? Sabes que si necesitas hablar de algo...-le recuerda.

Ainara no puede evitar sentirse culpable al ver cómo la sonrisa de Luna se desdibuja de repente e incluso palidece un par de tonos cuando se da cuenta a lo que se refiere su madre.

- Pues claro que está todo bien-la tranquiliza con una media sonrisa. Pero a pesar de todo, su mirada se ha oscurecido.

- ¿Entonces?-cuestiona con la cabeza funcionando a mil por hora porque Luna parece sincera, pero cada idea en su cabeza suena peor si no tiene que ver con Martín- ¿Una cicatriz en la pared del cuello del útero?- se atreve a preguntar al fin temiendo la respuesta de su hija.

Luna se deja caer en el sofá antes de apoyar los codos sobre las rodillas y esconder la cabeza entre las manos buscando ponerle palabras a algo que pensaba que estaba ya enterrado. Algo que forma parte de su pasado y que indudablemente ha dejado marca en la Luna que es hoy. Algo que se había convertido en su mayor secreto con el paso de los años, pero los secretos, rara vez quedan completamente bajo tierra

Ainara se sienta a su lado y la mira temerosa y culpable por haber hecho reventar de repente la pequeña burbuja de felicidad en la que por fin Luna se movía cómoda después del revés que le ha dado la vida con el accidente de Martín. En silencio, es capaz de ver cómo la cabeza de su hija funciona a más revoluciones de las que debería, posiblemente, porque no encuentra la manera de sincerarse y ella solo intenta despejar la incógnita de lo que está a punto de dejar de ser un misterio.

- ¿Pasó algo en París?- pregunta casi en un susurro tras varios segundos en silencio en los que encuentra un punto de inflexión en la vida de su hija.

Más allá de la LunaWhere stories live. Discover now