Capítulo 41

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Han retrasado este momento tanto como han podido hasta que sus cabezas, especialmente la de Luna, han estado a punto de explotar. Aunque ahora no sabe si ha sido una buena idea o la peor de las mismas.

Al fin y al cabo parece que tanto Lía como Samuel tenían razón cuando decían que era una fase normal en muchos bebés y que para los cólicos de Estela, no se puede hacer mucho más que tener paciencia. Ahora, además, también sabe que es una de esas madres primerizas alarmistas, o eso ha expresado el pediatra en un tono con el que no se ha sentido para nada cómoda. Como tampoco se ha sentido cómoda con la mirada que ha recibido por su parte al plantear la posibilidad de incorporar la lactancia artificial a la dieta de la pequeña.

Pero si algo le ha dejado completamente descolocada, ha sido la pasividad de Martín en la consulta. Como si todo lo que estuvieran hablando allí fuera completamente ajeno a él.

- ¿Tú piensas lo mismo?- pregunta algo cortante cuando Martín se sienta al lado de la niña en el coche mientras ella se encarga de atar el arnés.

- ¿De qué?- responde algo confuso.

Últimamente leer a Luna está siendo mucho más complicado que de costumbre, siente que está en constante estado de alerta, esperando el fallo, su fallo, para recordarle que no lo está haciendo bien y, por qué no, para empezar cualquier tipo de discusión.

- Pues en general de todo, porque cualquiera diría que has estado en la consulta- reacciona con un suspiro antes de dejar un beso en la frente de la pequeña.

Martín entorna los ojos justo antes de que Luna cierre la puerta del coche. Ya la ha vuelto a cagar y ni siquiera sabe muy bien por qué.

- Lo has explicado tú todo, ¿qué querías que dijera?- pregunta cuando la chica se sienta en el asiento del piloto, pues lo cierto es que ni siquiera ha sentido que hubiera un espacio para él, como casi se está acostumbrando a no encontrarlo en casi todas las facetas de su vida.

- ¿En serio?- reacciona molesta girándose para poder hablar con él cara a cara- Quizá si me hubieras apoyado un poco el médico ese no me hubiera tomado por una desquiciada- se queja.

- Eso no ha sido así, solo ha dicho que somos primerizos y que nos solemos asustar más rápido- intenta tranquilizarla.

Pero lejos de apaciguar, esas palabras de Martín alimentan la frustración que emerge en Luna al no sentirse comprendida ni siquiera por él. El que se supone es su compañero de vida, parte de su equipo.

- Me he sentido juzgada. Como madre y como mujer. Quizá no me asustaría tan rápido si no me sintiera tan sola en todo esto- admite casi sin darse cuenta y sus palabras impactan como el mayor de los golpes en el estómago de Martín, tanto, que un silencio extraño se instala entre ellos, uno, de los que no habían conocido hasta ahora.

- Tienes razón- termina diciendo sorprendiendo a Luna con su autocrítica- Si lo mejor hubiera sido que ese coche me llevara por delante del todo- confiesa ese pensamiento que cada vez es más recurrente al ver que no termina de encajar en el puzzle que era su vida. Pues a pesar de que su lesión no va a terminar en el quirófano, la rehabilitación se ha convertido en una de sus torturas.

Luna se queda petrificada al oír esas palabras mientras aprieta fuerte el volante al tiempo que sus ojos se inundan. ¿Cómo puede pensar algo así? ¿Qué parte de culpa tiene ella en que aparezca insistentemente un pensamiento así en su cabeza?

- Yo no he dicho eso, joder, Martín- reacciona dando un golpe al volante y con las lágrimas de impotencia a punto de escapar de sus ojos- Ni se te ocurra volver a pensar algo así en tu vida, ¿me oyes?- le advierte porque esas palabras, despiertan un nuevo temor en la boca de su estómago. Un temor al que ni siquiera quiere poner nombre.

Más allá de la LunaWhere stories live. Discover now