𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟏𝟐

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𝕽𝖊𝖇𝖊𝖑𝖉𝖎𝖆 𝖞 𝖉𝖔𝖑𝖔𝖗

Caos

Hoy, ciertamente no tengo ganas de nada, siquiera quiero abrir los ojos, sé que cuando salga del castillo veré las linternas, sé que sonará su canción preferida y en el reino entero bailará su espíritu. ¡Estamos de festejo!, es lo que dicen todos los años, pero para mí, solo es un año más sin mi madre. Su cumpleaños no es más que una fecha vacía sin su presencia y es hoy, a unas horas de la media noche, cuando el castillo parece más oscuro y lúgubre que nunca.
Quisiera poder dormirme hasta que su cumpleaños pase, pero el insomnio nunca está de mi lado y se queda en mi cada año, para recordarme que ella murió, que no está y que debo sufrir por ello.

Me gusta pensar en que hago lo correcto, por mi, por mi familia, que ella querría esto, que se sentiría orgullosa si me viera, me lo digo a mi mismo para poder dormir en las noches. Pero la realidad me golpea cada vez que veo a Eris, ella es ese recordatorio de que todo está mal.

Eris parece estar bien por fuera pero su mirada es oscura, está perdida en el vacío, como si no estuviera viva, como si solo reaccionara a los estímulos, caminando, durmiendo. Sé que debe estar devastada, todo lo que le sucedió es demasiado para cualquiera, pero es fuerte, sorprendentemente no ha derramado ni una sola lágrima frente a mi o a mi padre, es extraño, tiene algo que me hace girar a verla.

Trato de desviar mis pensamientos de esas dos mujeres porque nunca terminan bien, se mezclan con más emociones y eso no me favorece. No está noche.

Me encuentro solo en mi cuarto, para variar, es tarde pero aún así logro escuchar como la puerta de un cuarto se abre y se cierra, seguido de las botas de un soldado sonando al bajar las escaleras.

Me asomo a la puerta y la abro lo suficiente como para observar fuera.

En la oscuridad del castillo logro ver de quién se trata, es Haru, acompañado de nada más y nada menos que Eris. Ella va tan radiante como siempre, imposible que pase desapercibida, la luz de la luna la enfoca y logro ver su atuendo, lleva un vestido marrón, tal vez uno dedo por encima de las rodillas, no puedo observan mucho por su gran abrigo blanco y negro, que cae hasta sus pantorrillas cubriéndola casi por completo, la capucha que lleva en su cabeza impide que pueda verme, pero yo puedo observarla perfectamente. Ella va mirando a Haru como si fueran amigos de toda la vida, por primera vez desde que la conozco la veo sonreír ante lo que sea que él va diciendo, su cabello negro detrás sus orejas resaltan su piel blanca y sus ojos verdes como la selva más frondosa.

Carajo, es preciosa...

Concéntrate...

Ellos se dirigen al despacho de mi padre y supongo que es para pedir permiso de salir, es viernes, Haru siempre se va al pueblo y regresa por la mañana, deben ir juntos está vez.

Es extraño...

Pero no me molesta.

Al cabo de unos minutos ambos salen de ver a mi padre, se marchan, supongo que les dió permiso.

Me acerco a la ventana para ver mejor y los veo caminar hacia los establos, Haru se sube y le pasa la mano para ayudarla a subir a ella, pero Eris sube con una agilidad digna de una corredora.

Los brazos de Eris abrazan a Haru sutilmente y como si hubiera sentido mi mirada, ella levanta la vista y se encuentra con mis ojos, pensé que saludaría o algo como eso, pero en su lugar, la desgraciada sonríe maliciosamente, se aferra más a Haru y le dice algo al oído sin despegar los ojos de mí, ambos se marchan velozmente después de eso.

El dolor me saca del transe y miro mis manos, las cuales tienen la marca de las uñas clavadas en ellas, ¿En qué momento presioné tan fuerte?

Decido ir a ver a mi padre para aclarar las cosas con él y preguntarle eso que me está dando vueltas en la cabeza desde hace horas.

Los Juegos De ErisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora