𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟑𝟒

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𝕰𝖘𝖙𝖔 𝖊𝖘 𝖕𝖔𝖗 𝖒𝖎

ERIS

Cinco hombres se abalanzan sobre mi a una velocidad increíble, pero logro bloquear varios de los golpes, al menos los mortales. Uno de ellos avanza por mi derecha, dando una estocada limpia hacia mi, una que es interceptada por mi pesada espada. Mientras defiendo mi delantera con la espada, doy una patada al que viene detrás de mi, desviando el impacto de su arma hacia el césped. Un tercero se lanza a mi costado, pero la rapidez es tanta que el filo de la espada se desliza por mi espada baja y rasga la piel haciéndome gritar de dolor.

Son demasiados, está claro que no ganaré la pelea, pero no moriré huyendo, no está vez, no me esconderé nunca más, porque si en algo tenía razón Frederick, es en que esa no soy yo, la niña asustada que corre a brazos de mami, jamás he sido yo.

La sangre se escurre por mi piel y casa vez me siento más débil, pero sigo en pie. De pronto, escucho el ruido de algo que impacta con el cuerpo de mis agresores y al levantar la vista noto que son flechas. Por un momento, la esperanza se apodera de mi y me giro hacia dónde fue hecho el disparo, pero quienes se encuentran allí no son la persona que yo esperaba.

Nathan y Noah, hermanos gemelos de Haru, ambos con arcos en las manos, acompañados de todos los soldados de Bastian, incluso esos que me sujetaron e impidieron que me acercase a Haru. Todos están armados, dispuestos a defenderme.

—¿Qué hacen aquí?—pregunto a los gemelos en cuanto atacan a los caballeros del reino cisne.

—Vengar a nuestro hermano.—dice Nathan con voz fría, él no se niega a mirarme, pero noto, que es quien disparó la flecha que me salvó la vida.

—Y salvar a nuestra hermana.—suelta Noah, como si se lo recordara a su hermano.

—Pensé que su familia estaría enojada conmigo...

Con todos los soldados muertos, solo quedan algunos rezagados dando vueltas por allí, sin mencionar a Azra y su familia, que nos observan desde la distancia.

—Oh, mamá te odia, pero Gala nos hizo entender que tú no tenías la culpa, fue papá quien cometió errores, no tú—Noah se tapa la boca sorprendido por lo que ha dicho—usted, perdone, olvido que es la reina.

—No es necesario Noah.—aclaro y me giro hacia el otro hermano—Gracias Nathan, hoy me salvaste.

—Si, pues no se acostumbre.—y dicho esto, se posiciona frente a mi con el arco listo para disparar—A sus órdenes, majestad.

Ruedo los ojos por el sarcasmo utilizado en la última frase.

Me acomodo la ropa nuevamente y aguantando el dolor de la espalda, camino.

—Reino de los cisnes, ésta es su última oportunidad de salir con vida. Todo aquel que se niegue a cooperar, será asesinado, no importa quienes sean, que cargo ocupen, sean mujeres u hombre, niño o niña.—declaro en voz alta.

El pueblo cisne que fue invitado a la boda, me mira con terror, como si estuvieran viendo a la mismísima parca y me encanta.

—Eris... Majestad, ¿no cree que esto es demasiado?—Noah me susurra mientras nos acercamos.

—Mataron a tu hermano por nada, ¿te parece justo?, Solo quiero hacer justicia, por Haru y por todos los que murieron sin razón.

—Estoy de su lado, ¡que paguen!—exclama Nathan, quién prepara su arco y lanza una flecha hacia un guardia rezagado que intenta atacarnos. —por cada cosa que nos han arrebatado...

Siento que Nathan tiene una historia aún más profunda con el pueblo cisne, una que no sé, pero parece realmente comprometido a masacrarlos. Un aliado así, vale muchísimo.

Los Juegos De ErisTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang