𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟐𝟒

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𝕬𝖓𝖙𝖊𝖘 𝖉𝖊 𝖖𝖚𝖊 𝖙𝖊 𝖕𝖎𝖊𝖗𝖉𝖆

CAOS

Falta muy poco para la boda y me siento como si estuviera ahogandome en mi propia sangre.

Son las cuatro de la mañana y aún no he logrado dormir, pensar en como haré para fingir frente a tanta gente...

Además, está Eris, no se que sentir respecto a ella, es extraño, tengo sentimientos encontrados, ella está sufriendo mucho por culpa mía y eso me pone una barrera a todo lo que pueda sentir, es decir, ¿de que sirve quererla a mi lado si ella me odia?

¿Cómo hago para que al menos acepte ser mi amiga?, ¿Por qué es tan difícil?, No suelo tener problemas con las mujeres, me resulta fácil incluso, pero con ella es diferente, cuando parece que hará una cosa, termina haciendo algo totalmente distinto, no se cómo tratarla.

¿Debería ir a verla?, ¿Pedirle perdón quizá? Nunca lo hice antes, ni cuando la ataque esa vez en mi cuarto, jamás dije que realmente lo sentía. Ella no entendió porque me enojé de que haya entrado a ese sitio, supongo que nunca lo entenderá, nunca sabrá que en esos túneles hay más historia de la que jamás se ha contado en el pueblo, en ese cuarto oscuro lleno de dibujos mal hechos, vive mi dolor, mi oscuridad y mi debilidad, esa que no quiero que nadie vea, ni siquiera ella.

Recuerdo que mi madre decía que hay mujeres que son demonios, seres celestiales, difíciles de entender pero muy sabios al final. Dichoso aquel que conozca una de ellas, pues tendrá el cielo en sus manos y el infierno en sus labios, por el resto de su vidas, siga con ella o no.

Y debe tener razón, porque aunque no estoy con Eris, sus labios aún vagan en mi memoria, su beso venenoso aún arde sobre mi boca y me llena de esperanza de volver a sentir eso, es una maldita droga, una sensación de abstinencia constante.

No me da tiempo a pensarlo mucho porque ya he salido de mi cuarto en dirección al suyo. Toco una vez, dos, tres incluso pero nadie aparece, tal vez está dormida, tal vez sabe que soy yo y se niega a abrir.

Estoy dando la vuelta para regresar a mi habitación, pero entonces alguien toma mi hombro en la oscuridad haciendo que salte sin querer.

-¿Caos?, ¿Qué haces aquí?,-Eris me mira con los ojos a medio abrir, parece recién levantada.

Sus ojos me miran confusos, pero mientras los míos la observan pestañar, lentamente, como el aleteo de una mariposa, con sus mejillas rojas y su pijama alborotado. Su cabello está enredado, parece salida de un campo de batalla, pero aún así, me parece preciosa.

¡¿Estoy loco?!

¿Qué me sucede?

-Hey, idiota, ¡te estoy hablando!, ¿Qué haces en mi puerta?.

-Yo... Ven conmigo.-tomo su mano y la arrastró hasta el piso inferior, mientras ella pelea por soltarse.

-¡¿Que te pasa?!, ¡Loco!.

Tomo mi capa, que se encuentra colgada en un gran perchero y me dirijo a las cocinas, donde hay una puerta que da al patio, por dónde podemos salir sin alertar a nadie.

¿Por qué hago esto?, No tengo idea, solo quiero hablar con ella sin tener que esconderme de mi padre.

La arrastro hasta el jardín donde por fin logra safarse.

-¡¿A dónde me llevas?! ¡demente! ¡Son las cuatro de la mañana!

-Solo sígueme, confía en mí, una vez, luego vuelve a ignorarme si quieres.

-Si atrapo un resfriado por tu culpa te mato.

Sonrío y la arrastro hasta los establos, donde saco a mi caballo y lo preparo para salir.

Los Juegos De ErisWhere stories live. Discover now