𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟐𝟑

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𝕷𝖆 𝖈𝖆𝖑𝖒𝖆 𝖆𝖓𝖙𝖊𝖘 𝖉𝖊 𝖑𝖆 𝖙𝖔𝖗𝖒𝖊𝖓𝖙𝖆.

ERIS

—¿Tu crees que es lindo?—pregunto mirando al gran techo de mi habitación, me encuentro tirada en mi cama, con los brazos y piernas extendidas.

—¿Quién?

—Azra...

—Pues... Es agradable, me regaló un arco nuevo...—responde Haru, que está sentado al final de la cama con las piernas extendidas sobre la misma y apoyado en sus brazos estirados detrás de su espalda.

—Eso no es lo que pregunté...

Él ríe y mi mira.

—Si, es lindo, pero Eris... Ya sabes que—no lo dejo terminar.

—Si, ya lo sé, no debo acercarme a él porque es peligroso y todo eso...

—Exacto, aunque es claro que usted le gusta, lo cual no me sorprende.

Ese comentario se lleva toda mi atención y hace que me levante para mirarlo, pero lo hago tan repentinamente que Haru se sobresalta.

—Uh... Le gusto... ¡Voy a hablar con él!—me levanto de la cama velozmente pero Haru me detiene en un santiamén.

—Empiezo a pensar que le gusta ignorarme.

—¡Es que tú no me dejas hacer nada!—hago berrinche.

—Si y por eso es que aún mantiene su cabeza en su lugar... Intento cuidarla.

—Lo haces porque es tu trabajo, no finjas que te importa...

Noto como su cara se contrae tras mi comentario mordaz, pero su determinación no flaquea.

—¡Ah no!, ¡no caeré en su truco manipulador!, ¡está vez no la dejaré ir!—dice pasando su brazo por mi cintura y levantándome precipitadamente sobre su hombro.

—¡hey!, ¡Bájame!, ¡gusano traidor!—exclamo intentando escapar pero me es imposible, Haru ya me dejó nuevamente en la cama.—Me caes mal.

—Claro que no, si le cayera mal probablemente ya estaría muerto.

Eso me hace reír, soltando una carcajada tosca que suena más como un cerdo, lo cual, hace que Haru también se ría.

—¿Cómo es que no caes en mis trucos?, Soy muy convincente...

—Lo ha hecho desde que la conozco, aprendí a distinguirlos, quiere que me sienta mal y que le diga algo como "claro que me importa, bla bla bla" y así termine dejándola ir.

—Por dios... Me conoces bien... Que miedo.

Haru sonríe como diciendo, "te lo dije" y se vuelve a sentar, se queda unos minutos callado y finalmente habla como si se le hubiera ocurrido una idea grandiosa.

—Oiga, tengo toda la tarde libre hoy, ¿le gustaría aprender a tirar con arco?

—¡¿Lo dices en serio?!—Tomo al chico en brazos y lo estrujo contra mi, no me juzguen, así demuestro cariño...

—Auxi-lio—susurra él como si se estuviera ahogando. Ruedo los ojos y lo dejo ir.

—¡Si!, ¡enséñame!, ¡ahora!, ¡vamos!, ¡ya!, ¡ya!, ¡ya!

(...)

Ya en el campo de entrenamiento, veo que no estamos solos, si no que están todos los soldados de Bastian entrenando también, lo cual no me molesta, pero seguramente al sobreprotector de Haru si.

Los Juegos De ErisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora