𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟑𝟔

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𝕰𝖑 𝖍𝖊𝖗𝖆𝖑𝖉𝖔 𝖉𝖊 𝖒𝖎 𝖒𝖚𝖊𝖗𝖙𝖊

El caballo galopa hacia la nada misma, se supone que debo ir al castillo alfil, pero ni siquiera estoy segura de que Caos se encuentre allí.

Al cabo de un rato, con el caballo cansado y el vestido arruinado, llego al palacio, el cual, está aún más solo que cuando me fui, todo es soledad, oscuridad y moho.

Me adentro en el jardín y a cada paso que doy siento como el corazón se me hace un puño, los recuerdos me golpean y las ganas de llorar se incrementan.

Recuerdo a Haru, enseñándome a lanzar con arco, a Bastian riendo de nuestra hazaña, recuerdo la primer pelea con Caos, como nos arreglamos poco después, recuerdo yendo al pueblo montando a caballo abrazada a mi hermano y las tardes eternas en donde me sentaba a tomar la luz del sol que se escondía detrás de los árboles.

(...)

Entro por la gran puerta blanca y me topo con la más fría oscuridad, el castillo está abandonado casi por completo, el reino se quedó sin nadie que los gobierne y gran parte de él se ha mudado a mi nuevo y mejorado imperio, el reino de las serpientes, dónde nadie será juzgado, dónde todos son iguales y dónde la traición y la injusticia se pagan con la muerte.

Oigo mis pasos al caminar, el eco de mis tacones resuena en toda la sala.

No se que estoy buscando en realidad, pero se que no lo encontraré aquí.

Recorro los pasillos del lúgubre establecimiento, hasta llegar a la habitación de Caos. La puerta está rota, como si alguien la hubiera pateado con tanta fuerza que la destrozó. Dentro no hay mucho más que sábanas tiradas y bocetos de dibujos espacios por toda la alfombra.
Me quedo unos segundos admirando el desastre y entonces uno en particular llama mi atención, lo tomo con cuidado, se trata de una mujer acostada boca abajo en una cama, cubierta de la cintura para abajo por mantas gigantes, reconozco ese lugar, reconozco esa espalda.

Soy yo...

Entonces tomó otro de los dibujos, este enseña una casa a medio construir, la misma donde Caos y yo pasamos la noche, cuando nos acostamos. De pronto se exactamente dónde está.

(...)

Corro por los túneles hasta desembocar en la casa que Caos me había enseñado, me acerco a la puerta y giro la manija lentamente, tengo miedo de lo que vaya a encontrar dentro.

Una vez abierta, me adentro topándome de lleno con un Caos todo vendado, con el cabello desalineado y una taza de te en sus manos. Al verme, automáticamente lo veo sonreír, como si hubiera estado esperando mi llegada.

—Sabia que me encontrarías...

—Yo...

El deja su taza sobre la mesa e intenta acercarse a mi.

—Lo siento... Por todo, se que debes odiarme, Caos...

Él se acerca rápidamente a mí y con su dedo pulgar borra el rastro de una lágrima que corre por mi mejilla.

—No te odio Eris, se porqué lo hiciste, me dolió, lo admito, pero no puedo culparte, él te robó todo, era tu momento de vengarte.

—Mi hermana delató a Haru... Por ella él está...

—Sobre eso... Hay cosas que debo decirte.

Me quedo callada esperando a que hable pero el ruido de unas risas a lo lejos me alerta.

—Caos, trajimos ropa para ti, ¡Ah! y me han informado que la reina anda rondando el pala...

Un Bastian informal aparece por la puerta y al verme se queda pasmado. La ira se apodera de mi y sin pensarlo dos veces, saco de mi liga una daga que no dudo en lanzarle.
El chico la esquiva sin mucho esfuerzo y está se clava en el umbral de la puerta, a escasos centímetros de la cabeza de quién venía detrás de él.

—Hola a ti también...—dice Bastian que cruza a mi lado con un libro como escudo.

Mi boca cae al suelo en cuanto me doy cuenta de lo que está pasando. Cuando me doy cuenta de quién está frente a mi.

—Haru...

—Si, de eso quería hablarte yo...—caos intenta hablarme pero yo lo ignoro totalmente y con lágrimas en los ojos corro a abrazar a mi hermano. Lo tomo en mis brazos y lo estrujo contra mi pecho como si quisiera que se adhiriera a él.

—¡Pensé que habías muerto!, ¡yo ví tu cuerpo!, no entiendo.

—Si lo dejas respirar tal vez pueda explicarte las cosas...—suelta Bastian a lo lejos y hace que suelte a Haru, quién entre risas se arregla la ropa y entra en la casa.

(...)

—Verás, cuando Bas supo que matarían a Haru, en el momento en que mi padre le ordenó asesinarlo, él corrió a mi y me informó de esto, así que debíamos armar un plan lo más rápido posible o lo matarían.

—¿Por eso estuviste tan distante de mi?—pregunto.

—Si, debía ser creíble que tú y yo no teníamos nada en común, además, mi padre días antes de la boda, me había interrogado con el fin de sacarme información de nosotros, él ya sabía que tú y yo estuvimos juntos, alguien más se lo había dicho, así que lo que hice fue decir que pasó por las copas de más y el deseo, así, podría mover mis piezas sin que sospechara de mi.

—Me echaste la culpa de todo.

—Si, lo siento, pero gracias a ello, Bastian y yo pudimos advertirle a Haru de esto, el equipo nos ayudó, Bastian y los chicos sacaron a tu hermano del bosque sin que nadie lo notara, lo metieron a las catacumbas y así él logró llegar aquí.

—pero yo vi un cuerpo sin vida... ¿Cómo?

—El cuerpo era real, pero no era de Haru, si no de un prisionero con su ropa.

—Por eso no podías acercarte a él Eris—añade Bastian.

—¡¿Por qué no me lo dijeron?!, ¿¡Por qué dejaron que pensara que murió?!—Me siento frustrada, enojada pero a la vez aliviada, tengo tantos sentimientos encontrados que no podría describir como me encuentro realmente, solo se que verlo allí, con vida, me hace feliz.

—porque tu estabas en la mira de la Reina y de mi padre, si cometias algún error, yo moriría, era mejor que tú reacción sea genuina—ahora quién habló fue mi hermano.

—Claro que jamás pensamos que harías una masacre de tal magnitud...—susurra Bas mientras se bebe el te que era de Caos.

—No puedo creer que hicieran todo esto... Bastian yo te odié... Lo siento.

—Esta bien, su majestad, pero jamás debe dudar de mi lealtad, estoy a su servicio.

—Somos amigos—afirmo avanzando hacia él y abrazándolo por primera vez.—Gracias.

Él susurra un "por nada" y se separa de mi.

—Bien, será mejor que los dejemos solos para que puedan hablar—Dice mi hermano y dicho esto, él y mi amigo se retiran de la casa dejándome a solas con Caos.

—¿Por qué no volviste?—pregunto mirándolo a los ojos.

—tenia que recuperarme primero o podrían intentar matarme, otra vez.

—¿Otra vez?—entonces mi mirada cae sobre su abdomen vendado.

—Cuando mi padre murió, uno de tus soldados me atacó mientras intentaba huir, me hirió gravemente, pero Bastian y Haru me han cuidado hasta ahora.

—Lo siento tanto...

—No importa Eris, volviste por mi, sabía que solo tú podrías encontrarme.

Me acerco a él y su mano acaricia mi mejilla con cuidado mientras me dedica una cálida sonrisa.

—Finalmente soy libre y tú eres la reina... Ahora puedes hacer lo que tú corazón lo desee bonita...—su pulgar acaricia mi mejilla.

—¿Y que hago si mi corazón desea estar con mi peor enemigo?

—Entonces deberás caer en la destrucción de amar con rabia...

—te amo.

—Y yo lo he hecho desde el momento en que te besé.—y dicho eso, el amor de mi vida, el creador de la destrucción, el heraldo de mi muerte y la mayor fuente de vida que he tenido, toma mi rostro y estampa sus labios contra los míos, es un beso de puro fuego.

Los Juegos De ErisWhere stories live. Discover now