𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟐𝟖

1 0 0
                                    

𝕹𝖔 𝖘𝖊 𝖖𝖚𝖊 𝖘𝖊 𝖘𝖊𝖗á 𝖉𝖊 𝖓𝖔𝖘𝖔𝖙𝖗𝖔𝖘

ERIS

Su mano izquierda se apodera de mi cintura, mientras que la otra alborota mi cabello mientras me atrae para profundizar el beso. Jamás me habían besado con tanta furia y tanta necesidad, con cada roce de sus manos en mi piel siento que las piernas se me vuelven gelatina.

Caos me toma en brazos, poniendo mis piernas al rededor de su cadera y así tener más acceso a mi cuerpo. Yo me cuelgo de su cuello mientras paramos para respirar.

—Si quieres irte este es tu momento Eris...

—Calla y bésame—respondo volviendo a atacar sus labios a lo que él responde con una risa de burla

—ódiame Eris, ódiame todo lo que desees, pero no te olvidarás de mi jamás.

Dicho eso desabotona la espalda de mi vestido y comienza a bajarlo.

—Te odio...—Susurro en cuanto mis pechos quedan al descubierto, ahogando un grito cuando su boca los rodea, la sensación repentina me hace arquear la espalda. 

—¿Segura?—murmura desde su posición, jalando mi cabello con su mano libre haciendo que suelte un gemido sin querer. Él, al oírme, sonríe sobre mi piel y succiona dejando una marca que se verá peor mañana.

Caos nos conduce a la cama y una vez allí me lanza sobre ella para ponerse encima de mí.

—¿Qué pasa si alguien viene?—pregunto en cuanto veo que se quita la camisa que lleva sobre sus hombros.

—Nadie conoce está casa excepto mi padre y para este momento debe estar demasiado borracho como para buscarte.

—¿Y Liz?

—Sh... No la invoques, esa mujer no me interesa en absoluto.

Sonrío y atraigo su cara a mi, atrapando sus labios otra vez.

Caos besa mi cuello con fiereza, de esas que deja marca...
Sus manos descienden lentamente por mis pechos hasta quitarme lo que quedaba de ropa sobre mi cuerpo. Luego procede a quitarse la suya, dejándome verlo completamente desnudo.  Me había imaginado a Caos de muchas maneras pero nunca así, ahora es real, está frente a mí, dispuesto a hacer de mi un desastre.

Pero no si yo lo hago primero.

Lo tomo del cuello y lo siento al borde de la cama para ponerme de rodillas frente a él. El chico sonríe con malicia mientras acomoda mi cabello para ver mi rostro.

Tomo su miembro entre mis manos y comienzo a hacer lo que jamás pensé que le haría algún hombre, observo como sus ojos se vuelven blancos cada vez que lo llevo hasta el fondo de mi garganta, escucho los sonidos saliendo de su boca sin que los pueda retener y cada vez me encuentro más inestable que antes. Es increíble todo lo que puede causar en mi, el nudo en mi estomago crece a medida que voy disfrutando de las sensaciones, aun más, cuando siento una de sus manos vagar por mis pechos y estrujar uno.

Me subo sobre él y siento como su cuerpo se roza con el mío, causando que mi piel se erice y quiera más de él, me levanto levemente y tomo su miembro entre mis manos, para luego posicionarlo en mi entrada, suelto un suspiro cuando él levanta sus caderas y se despliega dentro de mí como si se adaptase a mi tamaño.

—Mierda... he soñado esto muchas veces desde que te conozco, pero se siente mucho mejor que como me imaginé—gruñe él apretando mis nalgas.

—¿Nos imaginaste teniendo sexo Caos?, eso es asquerosamente sexi...—susurro y el besa mis labios rápidamente, aun no se ha movido y eso me tiene impaciente.

—¿si?, pues créeme, puedo ser aun más asqueroso y sexi de lo que te podrías imaginar.—susurra—fóllame mi reina, con ira, con odio.

Su petición me sorprende pero me excita pensar que esa palabra se ha transformado en algo más morboso que simple odio.

—Lo que usted me pida mi rey...

Él tira de mi cabello con fuerza, pero no tanta como para causar dolor. Tiro mi cabeza hacia atrás en cuando comienza a moverse debajo de mi, me acomodo a su ritmo, yendo cada vez más rápido.

Mientras sus labios besan los míos y su lengua se apodera de la mía, sus manos acarician mis pechos sin pudor. Entra y sale a un ritmo bestial mientras nuestros gemidos crecen en la habitación, cada vez más cerca del orgasmo.

—Acuéstate boca abajo.

Obedezco a su orden y me volteo quedando de espaldas a él pero aún pegada a su pecho.

—¿Puedo?—Susurra en mi oído y mi piel se eriza.

—Si... Solo hazlo.

Él se introduce cautelosamente en mí, hasta llegar al límite permitido por mi cuerpo, arqueo la espalda en cuanto comienza a moverse dentro y a acelerar el ritmo de las embestidas.

Si duda alguna, lo mejor del sexo con Caos es escucharlo soltar gemidos ahogados, pequeñas respiraciones aceleradas en mis orejas.

Al cabo de un un rato ambos nos venimos con minutos de diferencia y caemos rendidos sobre la gran cama.

—¿Deberíamos volver?—pregunto abrazando su pecho bajo la gran manta.

—Si volvemos ahora sabrán que estuvimos juntos, hay que dormir aquí, mañana regresamos, yo a mi cuarto y tú puedes ir por el otro camino.

—Caos... ¿En verdad crees que esto funcione?

Él juega con mi cabello y luego responde.

—¿y si nos largamos?, Lejos de toda esta gente, solo tú y yo, lejos de la corona.

—Si hago eso mataran a mi hermana... No puedo irme, debo casarme primero, para asegurar la vida de mi familia.

—Si te casas y yo me caso, entonces... No se que será de nosotros.

—supongo que no podemos tener todo en esta vida...

Ambos nos quedamos en silencio, sabiendo que aunque quisiéramos, es imposible llevar a cabo un romance como este, supongo que hay personas que simplemente no nacieron para estar juntas...

Los Juegos De ErisWhere stories live. Discover now