〔:🌻:〕「 13 」 ༄˚⁎⁺˳✧༚

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A Xiao le dolían los pies después de haber estado todo el día de una tienda a otra, pero al ver la forma en la que Aether se dejó caer sobre su asiento del tren para regresar a casa, supo que no era el único.

Aether se había comprado un par de camisetas que le habían gustado y soltó la bolsa donde las llevaba entre sus pies. Xiao, por su parte, no llegó a comprarse nada aunque vio alguna que otra sudadera que le llamó la atención. No tenía suficientes ahorros como para permitírselas, así que tuvo que quedarse con las ganas.

—Por fin me siento... —suspiró con una sonrisa Aether.

—Has hecho que nos pateemos el parque comercial de arriba a abajo —bufó Xiao, metiendo las manos en los bolsillos y apoyando un pie en la rodilla opuesta, cruzando las piernas.

—Fuiste tú el que sugirió ir allí, eh. No te vengas quejando ahora.

—Ya, ya.

Y por fin las puertas del tren se cerraron y aquella enorme lombriz metálica se puso en marcha, avanzando por los raíles a una velocidad cada vez mayor.

Hablaron durante el trayecto casi sin cesar, pero la cabeza de Aether estaba pensando en otras cosas. No podía dejar de pensar en cómo decirle a Xiao lo que sentía, no era capaz de encontrar las palabras más acertadas; y temía que el azabache se diera cuenta de que no estaba completamente atento a la conversación, igual que lo agobiaba que se percatara de que tenía que reprimir los impulsos de buscar su mano con la suya todo el tiempo.

Al salir de la estación, el sol se marchaba ya por el horizonte, desprendiendo sus últimos rayos del día. Decía adiós al mundo terrestre después de una dura jornada de trabajo más y se despedía hasta la mañana siguiente después de un merecido descanso que duraría toda la noche. Aquella zona de la ciudad estaba tranquila, como acostumbraba, por lo que Xiao era incluso más consciente de lo cerca que tenía a Aether y de lo bien que se veía bajo la luz del atardecer, de cómo su pelo reflejaba el sol y de cómo sus ojos brillaban como el oro más puro.

Pasaron junto a un pequeño jardín donde el azabache distinguió unas margaritas voladoras. Era extraño ver de aquellas en Liyue, pues eran típicas de Mondstadt, así que probablemente las habían importado desde la ciudad del viento para decorar los jardines urbanos. Antes de que pudiera reprochárselo a sí mismo, aquellas flores le recordaron a Aether y arrancó una, sin pensar en nada más.

El rubio se lo quedó mirando y enarcó las cejas cuando Xiao le ofreció la margarita. El azabache trató de escudar lo sospechoso que debía de parecer su comportamiento en aquel momento de la siguiente manera:

—Había de estas en Mondstadt, ¿no?

—Sí. Eran mis favoritas —murmuró con cierta nostalgia.

—Ah, bueno. —Xiao frunció los labios. Gruñó y luego añadió—: Quédatela entonces.

Aether tomó por fin la margarita y Xiao carraspeó al apartar la mirada. Qué absurdo era que el corazón le estuviera latiendo tan rápido en aquel momento, tan absurdo que se enfadó con sus propios sentimientos, incapaz de aceptarlos. No quería sentirse así; sabía que no era buena idea.

Aparentemente malhumorado, el azabache propuso continuar con la marcha.

Después de un rato en silencio, un rato en el que Xiao aprovechó para tratar de entenderse a sí mismo y convencerse de que no tenía sentimientos por su amigo y en el que Aether pensó en cómo expresar los suyos, la voz del rubio sonó de nuevo:

Menor que tres (<3) [Xiaether] (High School AU)Where stories live. Discover now