〔:🌻:〕「 32 」 ༄˚⁎⁺˳✧༚

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Xiao pegó la frente al pecho de Aether, le rodeó la cintura con los brazos y lo estrechó, cerrando los ojos y soltando un profundo suspiro en el que casi se le escapó el alma.

—Hay... algo que quiero decirte —susurró el rubio, acariciándole el pelo.

—¿De qué se trata?

—Yo... —Tragó saliva, a la vez que ordenaba las palabras en su mente para poder expresar lo mejor posible sus pensamientos—. Sé que me quieres mucho, pero no quiero que dependas tanto de mí, ¿de acuerdo? —añadió, con un tono dulce como el azúcar.

Xiao despegó la cara de su pecho y levantó la cabeza para mirarlo.

—¿A qué te refieres?

—No te pongas nervioso, hombre —rio Aether, buscando bajar un poco la tensión que pensaba que había creado al decir aquello—. A lo que me refiero es que... cuando me... bueno, cuando me haya ido a Inazuma, pues quiero que sigas quedando con las chicas, saliendo, conociendo a gente nueva, haciendo más amigos... Como si yo siguiera aquí, ¿vale?

—Pero...

Aether suspiró. Sabía cuánto lo quería Xiao, sabía cuánto lo necesitaba. Y se sentía horrible al pensar que su partida de Liyue lo destrozaría por completo. No quería hacerle ese daño y la culpa lo invadía cada vez que ese pensamiento se le pasaba por la cabeza. Quería que Xiao siguiera estando igual de feliz, así que quería pedirle ese favor.

—Aunque yo esté a cientos de kilómetros, quiero que sigas actuando como si esa distancia no existiera. —Agachó la cabeza para mirarlo, le sujetó la cara entre las manos con gentileza y sonrió—. Quiero que sigas sonriéndole al mundo a pesar de eso, ¿de acuerdo?

Xiao ni siquiera se detuvo a pensar sus siguientes palabras. Tampoco es que hubiera podido, porque le salieron directamente del corazón y, aunque no fueron más que un susurro débil, el rubio logró oírlas:

—Pero mi mundo eres tú, Aether...

Las comisuras del rubio se curvaron en una tierna sonrisa al escuchar aquello. Le acarició el pelo oscuro y se inclinó hasta depositar un beso en su cabeza azabache.

Después se quedó mirando un punto fijo, nada en concreto en realidad, mientras su mente volvía a atacarlo sin piedad con el día de su partida, el día en el que le destrozaría el corazón a Xiao. Se mordió el labio y se obligó a agachar la vista al azabache, a regresar al presente y disfrutar de él, dejando el futuro para el futuro.

Era el cumpleaños de su novio después de todo, y estaba tan ilusionado como si fuera el suyo. Tal vez no era la mejor ocasión para mencionar el tema, pero Aether sentía que explotaría si no le hablaba sobre aquello. Y prefería decírselo ahora que todavía tenía tiempo.

Pretendió despegarse de Xiao, pues iba siendo hora de que lo llevara a su fiesta sorpresa, pero el abrazo del azabache lo retuvo y se lo impidió. Al mirarlo de nuevo, vio que le sonreía desde la amargura de tener que pensar en el futuro.

—No te preocupes por eso, seguiré sonriendo.

Era una promesa sencilla, una promesa que le había hecho a Aether y que quería cumplir. Por él la cumpliría y seguiría sonriendo. Por él bajaría la luna y las estrellas del cielo si pudiera, así que se esforzaría en hacer algo tan simple como sonreír.

La respuesta de Aether no fue otra que justamente una sonrisa. Xiao lo liberó por fin y, después de tener que convencerlo de ir al Restaurante Wanmin a las seis de la tarde que eran, el rubio consiguió hacer que el azabache picara en el anzuelo, directo a su fiesta sorpresa.

Por la calle, Aether lucía presumido la horquilla que brillaba entre sus cabellos rubios, mientras que Xiao se sentía con la autoestima especialmente alta al vestir la sudadera que su novio le había regalado. Sentía que acaparaban miradas y, aunque por lo general no le gustaba llamar la atención, en parte no podía evitar levantar la barbilla, orgulloso de lo bien que sabía que se veían los dos.

Al llegar al Restaurante Wanmin, Aether pidió hablar con el chef Mao, pues era quien estaba al corriente del asunto de la fiesta. Intercambió algunas palabras con él, procurando que Xiao no oyera demasiado para no desvelar la sorpresa antes de tiempo.

La sonrisa cómplice que se dibujó en el rostro del chef Mao le formó unas pequeñas arrugas junto a los ojos y, con una actitud risueña, los guió hasta la mesa que estaba junto al biombo que había cerca del escenario donde tantas veces había actuado Xiao.

Sin que Aether tuviera que darle indicación alguna, el azabache se acomodó en la silla que daba la espalda al biombo. Sin saberlo, le había facilitado la tarea al rubio.

La voz de Aether era la señal que las invitadas sorpresa —Hu Tao, Yanfei, Lumine, Ganyu y Keqing— estaban esperando, así que nada más escucharla salieron de detrás del biombo, gritando «¡Feliz cumpleaños!» a pleno pulmón, haciendo incluso que Xiao diera un respingo en su silla al no esperárselo.

—¡El gatito gruñón se hace mayor! —exclamó Hu Tao, con una sonrisa de oreja a oreja y con su regalo entre las manos.

Xiao titubeó y miró a Aether, confundido. No se esperaba en absoluto que lo fueran a recibir con aquella sorpresa.

—Es tu cumpleaños, ¿no? —le sonrió el rubio—. Mereces tener tu propia fiesta.

El azabache todavía no había asumido lo que estaba pasando cuando las chicas le ofrecieron los regalos que le habían traído. Lo único que le salía en ese momento era decir gracias todo el rato, mientras la calidez le abrazaba el corazón. De nuevo esa sensación de sentirse querido le invadía el pecho y, como consecuencia, una radiante sonrisa se le dibujó en la cara.

—¡Pero si resulta que sabes sonreír! —lo pinchó, para variar, Hu Tao.

—¿Y tú sabes callarte? —espetó él, frunciendo un momento el ceño mientras abría con ilusión el regalo que le había dado Keqing.

Pero lo único que hubo después de eso fueron risas, pues ya estaban acostumbrados a los rifirrafes entre ellos dos.

Después de abrir los regalos y con Xiao todavía sintiéndose en una nube, Aether le pidió al chef Mao que les trajera la tarta especial para el cumpleañero. El rubio se rio por lo bajo al ser el único que sabía qué era lo peculiar de la tarta, por lo que sus ganas de ver la reacción, no solo la de Xiao, sino la de todos, eran cada vez mayores.

Finalmente, con actitud triunfante, el chef trajo la tarta, que no tardó en sorprenderlos a todos. El primero en mirar a Aether con incredulidad fue el propio Xiao, seguido de las chicas.

—¿Eso es tofu de almendras? —preguntó, sin poder dar crédito.

El azabache tomó la risa de Aether como una respuesta afirmativa. Sin duda aquella era la mejor "tarta" que podría haber recibido. Se trataba de una buena porción de tofu, suficiente para alimentarlos a ellos siete y más. Seguramente Aether había pensado en cuánto le gustaba a Xiao el tofu de almendras y prefirió que hubiera cantidad de sobra para que pudiera comer todo el que quisiera.

—Vamos a cantarte «Cumpleaños feliz», ¿no? —sonrió el rubio, encendiendo las velas con el mechero que le había dejado el chef Mao.

Y mientras escuchaba a sus amigos cantándole la canción, mientras sentía que se ponía rojo de vergüenza, mientras no podía borrar la sonrisa de su cara, mientras la llama de las velas se reflejaba en sus ojos dorados, mientras en su corazón lo único que cabía eran una calidez y una felicidad inmensas, mientras todo eso... Xiao se dio cuenta de que ese estaba siendo el mejor cumpleaños de su vida.

Menor que tres (<3) [Xiaether] (High School AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora