Menor que tres (<3) [Xiaether] (High School AU)

〔:🌻:〕「 35 」 ༄˚⁎⁺˳✧༚

Cuando se callaban, el silencio de la noche no tardaba en aparecer. Habían perdido la noción del tiempo por completo, sumidos en su conversación, que saltaba de un tema a otro sin aparente relación.

—Oye, ¿qué hora es? —preguntó el rubio.

Xiao la comprobó en su móvil y arqueó las cejas al descubrir lo tarde que era.

—Casi las tres.

—¿Cómo? —El rubio se levantó de un salto de la silla—. Uhm... Debería volver a casa ya entonces.

—¿A estas horas y solo? No, no —se opuso Xiao—. ¿Y si te pasa algo de camino, qué?

—Son solo quince minutos andando —repuso Aether—. No tienes que preocuparte.

—Quince minutos yendo solo por Liyue a las tres de la mañana —replicó de nuevo el azabache—. ¿Y si...?

—¿Y si qué? ¿Me quieres acompañar?

Xiao carraspeó.

—¿Y si... y si duermes aquí? Bueno, pasar la noche aquí —sugirió.

A Aether le hubiera gustado poder inmortalizar la cara con la que Xiao había dicho eso. No supo bien por qué, pero le pareció un gatito gruñón que no sabía cómo pedir que lo mimaran un poco.

—¿Quieres que me quede? —inquirió Aether con un atisbo de sonrisa.

—Yo no he dicho eso... pero sí —admitió en voz baja.

Ciertamente Aether también prefería quedarse allí en lugar de regresar andando a casa, pero tenía que considerar un factor muy importante a tener en cuenta: sus padres.

Pensó en cómo se lo tomarían. ¿Se enfadarían con él, o les importaría más bien poco? Aether ya era lo bastante mayor como para pasar la noche fuera de casa, cierto era, pero ¿estaba bien que lo hiciera de una forma tan repentina?

—Si no quieres, no pasa nada —murmuró Xiao al ver que Aether parecía estar dándole vueltas al asunto.

—No, no; no es eso —se apresuró a decir el rubio—. Querer sí que quiero, pero no sé si mis padres se cabrearán conmigo...

—Si te va a traer problemas con ellos, mejor que no. Imagínate que te prohíben verme o algo por esta tontería...

—Mis padres no harían eso —rio Aether. Se le ocurrió entonces una solución—: Puedo escribirle a Lumine y decirle que voy a pasar la noche aquí. Estará durmiendo, pero ya verá mi mensaje por la mañana y se lo dirá a mis padres.

—¿Y con eso basta?

—Con eso sobra —aseguró.

Xiao se levantó por fin del colchón, rezongando, y se le escapó un bostezo antes de hablar de nuevo:

—Voy a preguntarle a la dueña si me puede dejar un colchón para ti, ¿vale?

Xiao se fue y, al cabo de unos minutos, estuvo de vuelta con Verr Goldet, acarreando entre los dos un colchón.

—Cuidado con la puerta —indicó la mujer.

Varios gruñidos más de esfuerzo bastaron para meter el colchón en la habitación y dejarlo sobre el suelo. Xiao suspiró, libre de la carga por fin, mientras que Verr se pasó el antebrazo por la frente.

—No te voy a cobrar un extra por esto, eh —jadeó, mirando a Xiao—, pero que no se enteren los demás clientes.

—Descuida —aseguró el azabache.

La mujer se marchó un momento en busca de una almohada y una manta y al rato estuvo de vuelta. Después de eso, con una sonrisa en la cara, se despidió de ambos.