Menor que tres (<3) [Xiaether] (High School AU)

〔:🌻:〕「 2 」 ༄˚⁎⁺˳✧༚

Ganyu hablaba animadamente a su lado, pero Xiao apenas la estaba escuchando. Ni siquiera sabía qué estaba diciendo, así que cuando la chica se calló esperando una respuesta, el azabache la miró de forma inquisitiva.

—¿Qué pasa? —dijo, con su habitual tono antipático.

—No, nada —suspiró ella. Decidió entonces cambiar de tema—: Y bueno, ¿qué tal tu clase?

—Una mierda —resopló, bajando la vista a su móvil—. Está la loca de Hu Tao y hay un chico nuevo que no sabe ni en qué día vive.

—¿Un chico nuevo? En mi clase también hay una estudiante nueva —apuntó Ganyu, sonriente—. Se llama Lumine y es muy agradable. Creo que intentaré hacerme su amiga.

—Qué bien... —murmuró Xiao, sin ganas y sin interés.

Ganyu y él se conocían desde que eran unos niños. Los dos se habían criado en el mismo orfanato y desde entonces eran amigos.

La chica vivía ahora con una mujer estricta pero cariñosa. Era elegante como una garza y responsable como una adulta debía ser. Cuidaba a Ganyu desde que ella tenía catorce años, edad con la que pudo salir por fin del orfanato. Ganyu la quería como una madre, pero la mujer le pedía que no la llamara así, sino que la viera más bien como una tutora.

La mujer tenía algo de experiencia criando a chicas huérfanas, pues Ganyu era la segunda que tenía bajo su cuidado. A menudo le hablaba a Ganyu sobre la primera a la que crió, que ahora era una mujer joven llamada Shenhe. De alguna forma a Ganyu le gustaría poder conocerla en persona, porque no podía evitar pensar en ella como en una hermana.

Sin embargo, Xiao no había tenido la misma suerte con su padre adoptivo, a quien prefería no mencionar. Ni siquiera Ganyu, su amiga de la infancia, sabía mucho acerca de él. Lo único que podía intuir era el odio, la repulsión y la rabia que Xiao le tenía.

Era una historia de la que Xiao prefería no hablar y que solo conocía otra persona además de él. Y esa persona se acercaba en ese momento a ellos con su paso tranquilo pero firme como la roca.

—Oh, hola, profe —lo saludó Ganyu.

Zhongli asintió con la cabeza a modo de saludo.

—Buenas tardes —respondió el hombre.

Zhongli era profesor de Historia en aquel instituto de Liyue. Desde pequeño le había apasionado y siempre tuvo claro que de mayor se dedicaría a enseñarla y a mostrarles a los jóvenes lo interesante y cautivadora que era. Además de eso, también era aficionado a la geología, su otra pasión desde que era un niño.

Xiao se despidió rápidamente de Ganyu y, con su monopatín bajo el brazo, emprendió la marcha junto a Zhongli. El hombre era lo más parecido a un padre para él, a un padre de verdad.

Su padre adoptivo, con quien había convivido desde los doce hasta los catorce años, era, en pocas palabras, un monstruo. Lo peor de todo no habían sido las palizas que le daba cuando estaba ebrio o cuando simplemente estaba de mal humor, ni tampoco los crueles castigos de dejarlo sin comer sin un motivo aparente. No, qué va. Tal vez el mayor daño que le había causado era psicológico.

Xiao se había acostumbrado tanto a escuchar que era un inútil que no valía para nada que casi se lo había acabado creyendo. Tal vez por eso quiso aprender a tocar el bajo, para convencerse a sí mismo de que algo se le daba bien.

Aquel hombre también había instalado en él otra idea: el pensamiento de que Xiao no se merecía la bondad de nadie. El azabache había llegado a preguntarse si quizá el malo era él. ¿Podría ser que el verdadero monstruo fuera él y que en realidad no mereciera sentirse querido? Zhongli, desde el primer momento, le había dejado claro que no.