Capítulo 9 ~ Todos los que intentan cuidarme terminan muertos.

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Maggie estaba destrozada, por su cabeza pasaba todo el tiempo la idea de que ella era la culpable de que Fury estuviese en ese quirófano debatiéndose entre la vida o la muerte.

Todo había sido muy rápido, Maggie solo recuerda pequeños flashbacks hasta que vio su reflejo frente al quirófano, en la camilla yacía el cuerpo de Fury, mientras muchos doctores trataban de salvarle la vida.

Steve había llevado a Maggie en su motocicleta, el hospital no quedaba muy lejos de su residencia, por ende, no fue complicado llegar. Maggie estaba tan nerviosa que marcó sus uñas en el abdomen de Steve mientras iban camino al hospital.

Horas después Nat llegó al hospital hecha un rayo, inclusive dejó mal estacionado su automóvil afuera del establecimiento, solo quería saber si Maggie y Fury estaban bien.

— Maggie, oh dios, ¿Estás bien?!! – dijo Nat, mientras estrechaba a Maggie en un fuerte abrazo.

— Salimos casi ilesos del choque, pero le disparó a Fury.... – dijo Maggie, a lo que Steve la miró con enojo, no salieron para nada ilesos, desde lejos se podían ver las rodillas rotas de Maggie, sin mencionar que tenía la boca llena de sangre cuando estaban esperando a Steve.

— Él puede salir de esto linda, es un hombre fuerte. – murmuró Nat, tratando de quitarle tensión al momento.

— No...No lo puedo perder a él también, no me puede hacer esto. – dijo Maggie mientras veía como el doctor trataba de sacar la bala.

La cirugía iba relativamente bien, por lo menos dentro de los parámetros de una cirugía de riesgo, si había alguien en este mundo que pudiese doblegar a la muerte, ese era Fury.

— Háblame del tirador. – dijo Nat mientras miraba a Steve y Maggie.

No habían adjetivos para describirlo, aunque Maggie y Steve lo habían visto de cerca, ese soldado seguía siendo un completo misterio, aunque había algo que el soldado compartía con Steve, algo que los dos captaron en el momento que detuvo el escudo.

— Es rápido. – murmuró Steve. – Fuerte...

— Es como Steve. – dijo Maggie sin dejar de mirar como operaban a Fury.

— Tenía un brazo de metal. – Steve sabía que ese era el rasgo más característico del soldado.

Maggie estaba muy abrumada con toda la situación y no podía negar que muchos deja vú pasaban por su cabeza en ese mismo instante, sus padres, el agente Fitz y ahora Fury. Sabía que no era culpable de sus muertes, pero presenciarlas hace las cosas distintas, aunque Maggie no recuerde la muerte de sus padres.

Al parecer Steve se dio cuenta de esto, sabía que Maggie no la estaba pasando bien y probablemente esté buscando la forma de alejarse de todos para no ponerlos en peligro, eso a Steve no le importaba, la buscaría hasta por debajo de las piedras si era necesario. Por ahora la tenía ahí, a su lado, así que no dudó y la atrajo a su cuerpo, mientras pasaba sus manos por alrededor de su cintura y la abrazaba por la espalda. Quería hacerla sentir acompañada mientras Maggie seguía viendo la cirugía.

— Todo estará bien princesa. – susurró Steve al oído de Maggie.

La reacción de Maggie fue apegarse mucho más al cuerpo fornido de ese hombre que la cuidaba mejor que nadie, lo necesitaba, necesitaba tenerlo ahí y le encantaba que a veces leyera su mente e hiciera justo lo que ella necesitaba.

— Saldrá de esto Maggie. – dijo la agente Hill mientras tomaba la mano de Maggie.

— Todos los que intentan cuidarme terminan muertos. – musitó Maggie.

Heridas de guerra | Bucky Barnes Where stories live. Discover now