Capítulo 46 ~ Vestiditos florales y llamadas especiales.

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Maggie

— ¿Puedo jugar con mi casita de muñecas cuando lleguemos? – escucho a mi hija preguntarme con suma alegría desde su silla de auto. – Bucky podría jugar conmigo...

— Emma... siempre te he dicho que debes tratar con respeto a las personas mayores que-

— Claro que si princesa, adoro jugar con muñecas. – James me interrumpe y pongo los ojos en blanco ante la intromisión. – de hecho, la palabra muñeca me recuerda a alguien muy especial.

Me ahogo con mi saliva cuando escucho lo ultimo y comienzo a toser como una estúpida.

— Mami... ¿Estás bien? – escucho a mi persona favorita y James la mira embobado con cada frase que suelta.

— Si mi amor. Solo fue algo espontáneo.

— ¿Qué significa espontáneo? – pregunta y rio para mis adentros, cuando recuerdo que todavía no tiene ni 3 años y a veces le hablo con frases aptas para un adulto.

— Es cuando pasa algo que no fue planeado. Algo que pasa sin querer.

— Entonces, ¿Conocer a Bucky fue espontáneo? – pregunta y asiento con mi cabeza. – ¿Y yo fui espontánea mami?

Dios, trágame tierra y hazme nacer en una familia con integrantes que no sean superdotados, o quítame la dicha de tener una hija con un supersoldado. Emma siempre hacia preguntas sin ningún tipo de filtro.

Era mucho más desarrollada que una niña de su edad (esto por el ADN de su padre) y mucho más inteligente o como decía mi tío Tony, sacó el "cerebro Stark".

— Claro que no mi amor... yo te anhelaba con todo mi corazón. – digo y celebra con sus pequeñas manitos. Antes muerta que decirle que fue prácticamente un error de mi anticonceptivo y que no supe del embarazo hasta cuando tenía 4 meses.

Miré de reojo a mi acompañante, que miraba el suelo del auto con cierto recelo. Lo entendía, ni siquiera había pasado 1 hora desde que se enteró que era el padre biológico de una niña de 2 años y 7 meses.

— Llegamos princesa. – digo estacionando el auto y apenas apago el motor, James se baja, desatando a Emma de su silla. Mi hija recibe sus brazos y lo abraza del cuello cuando no la baja al piso y la entra en brazos a la casa.

— Vamos Bucky, en mi habitación tengo mi casita de muñecas. Mi mami me la regaló. Será muy divertido.

— Vamos princesa. – lo veo correr con ella hacía la habitación y trato de eludir el dolor en mi pecho, cuando me afirmo a la orilla de la puerta y los veo acomodándose para jugar.

— Esas son mis muñecas. Mi tata Tony fabrica las que yo quiera, porque dice que las demás las tiene todo el mundo. – dice y James se hace el sorprendido.

— Tú tata tiene toda la razón. – le responde y lo miro de forma sarcástica. – una princesa como tú debe tener cosas únicas.

— No me molestan las muñecas que tienen los demás. Si son hermosas, todos deberíamos tenerlas. – dice y sonrío al ver como una niña pequeña, heredera de todo lo que tengo está dando una clase de humildad.

— Tienes razón Emma...

— Pero si dijiste que solo debía tener muñecas únicas...

— Era una forma de decir, princesa... – no sabe que decir y entro en su ayuda, porque ya veo que una pequeña lo hace llorar.

— Per-

— Emma...

— ¿Si mami?

— Pensé que ibas a mostrarle tu casita de muñecas. – digo y se olvida de lo anterior. Veo como el hombre a su lado me da las gracias con una mueca y vuelvo a sonreír cuando los veo interactuar.

Heridas de guerra | Bucky Barnes Where stories live. Discover now