Capítulo 27 ~ El tiempo pasa, pero las cosas no cambian.

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James


Corría con todas mis fuerzas, intentando atraparla, pero se escondía cual ratón al gato, en un laberinto con una única salida, la muerte.

La chica era escurridiza, pero el corte que había dejado en su rodilla había sido suficiente para hacerla menos en la carrera. Mientras que su corrida estaba llena de zancadillas, mis pasos eran fuertes, haciéndole saber de que me acercaba, poco a poco.

La vi caer de rodillas, ante la puerta que le permitía huir del lugar, tratando de alcanzar la perilla, mientras me gritaba con todas sus fuerzas que la dejara en paz, que ella no tenía nada que ver con esto.

La tomé del cuello y comencé a ahorcarla lentamente, mientras sentía como sus ojos verdes lloraban de pena y de decepción, ya que su misión no había servido para nada y el soldado estaba de vuelta.

Su cara perdía ese color rosáceo que tanto preterminaba, sus ojos se volvían cada vez más blancos y sus manos afirmaban mi brazo de metal, rogándome que la soltara.

Pateaba, gritaba y pedía piedad, encendiendo algo en mi interior, pero no fue suficiente.

10 segundos bastaron para que dejara de gritar y cayera como peso muerto delante de la puerta que le proporcionaba la libertad.

Y mientras ella moría, el soldado cumplía su misión final. Dando por finalizada la proclama de matar a Maggie Carter.

— ¡¡James!!, ¡¡James!! – gritaba alguien al final del camino, pero mi mente estaba cerrada a escucharlo.

Desperté de la pesadilla que me había atormentado, luego de sentir como alguien pataleaba y me gritaba que despertara.

Maggie estaba blanca como papel, sus lágrimas cubrían gran parte de su rostro, mientras me gritaba con lo que le quedaba de fuerzas, que no podía respirar.

Mis manos estaban en su cuello, cumpliendo por un segundo mi pesadilla. Había atacado a Margaret mientras dormía, había intentado estrangularla.

La solté por inercia y me acerqué a ella, pidiéndole disculpas, intentando ver la marca que había dejado en su cuello, pero ella no se dejó tocar, ni siquiera quería que la mirara a los ojos.

— ¡¡No me toques!! – me gritó en medio de lágrimas que rompían mi corazón.

— Perdóname muñeca, es que estaba teniendo una pesadilla. – traté de explicarle.

Sentí como se reía sarcásticamente, mientras se levantaba de la cama.

— Tratabas de matarme... – murmuró. – ¡¡ibas a matarme, al igual como lo hiciste con mis padres!! – subió su tono de voz y me dejó estático.

Era como si me hubiesen comido la lengua los ratones, ya que no tenía idea de quien le había contado a Maggie que el soldado había sido el asesino de sus padres. Recordaba esa muerte, las recordaba todas.

— ¿Creías que me lo ocultarías toda la vida Bucky?, eres un asesino y no quiero volver a verte nunca más en mi vida...

— Devushka...

— Me prometí que cuando tuviera al asesino de mis padres al frente mío, no me temblaría la mano. – soltó, mientras abría el velador que estaba a su lado de la cama y sacaba un arma.

Sentí como se volteaba y me apuntaba con su arma, en su mirada se reflejaba todo el odio que me tenía, como si mi muerte fuese su recompensa.

— Margaret...

— Te acuerdas de todo, ¿Verdad? – preguntó.

— De todo... – murmuré.

— Te acuerdas como me dejaste ahí... tirada, mientras le lloraba al cadáver de mi mamá... ¡¡ERA MI CUMPLEAÑOS, SOLO TENÍA 10 AÑOS!!, ¡¡DESDE ESE DÍA, NUNCA MÁS PUDE CELEBRAR UNO!!

Heridas de guerra | Bucky Barnes Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ