Capítulo 29 ~ Ya no te necesito.

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Maggie


La adrenalina del momento no me hizo procesar todo lo que estaba pasando, pasé de estar en Wakanda con James a correr por mi libertad luego de que Jemma y Steve me pusieran una trampa. En estos momentos, me arrepentía de haberme ido del país que me cuidó todos estos meses. Pensaba en que quizás no debí venir al funeral de mi abuela, puesto que, al parecer, desde el cielo me seguía dando mala suerte.

Mientras mi esposo se sacaba a los militares de encima, el idiota de Steve me arrastró a una de las habitaciones que eran parte colindante de la iglesia, si bien había entrenado en Wakanda, es muy difícil soltarse de las garras de un supersoldado, y si, lo digo en todos los contextos posibles.

Sentí como me soltaba, para tomarme de los hombros y apretarme contra la pared. Su mirada estaba perdida, pero seguía tratando de enlazar su mirada con la mía, buscando esa conexión que teníamos antes, dejando de lado el hecho de que era demasiado tarde.

— Maggie... – sentí como murmuraba cerca de mi oído, mientras pegaba su cara a mi cuello, absorbiendo mi olor. – princesa, te extrañé tanto.

En un acto rápido, separé sus manos de mis hombros y lo empujé, para luego propinarle una cachetada, en una reacción que lo hizo bajar la mirada.

— No se te ocurra volver a tocarme. – repliqué, buscando la salida.

— Princesa... Por favor... Nos-nosotros necesitamos hablar las cosas. – dijo, mientras tapaba la puerta con su cuerpo. – confundiste las cosas, Maggie...

— Claro... La verdad es que la escena que vi no dejaba espacio para la confusión. – solté, entre risas sarcásticas. – podría jurar que te vi la polla, justo dentro de mi prima.

— Si... Pero yo estaba confundido, yo pensé que me dejarías por Bucky. – volvió a hacer el intento de tomar mis hombros, pero me alejé y la acción quedó en la nada. – y al parecer tenía razón...

— Si, tenías razón. – dije seria. – lo encontré, lo secuestré, le saqué todo atisbo del soldado. – di media vuelta, dándole la espalda. – y me lo follé en el camino... ¡Ah!, pero antes... antes lo hice mi esposo. – solté, volteando para ver su reacción.

— ¿De todos los hombres del mundo, tenías que casarte con él? – vi, como las venas de su frente se marcaban.

— Si... – respondí, mientras ponía mi boca en un puchero. – James es tan tradicional, que tuvimos que casarnos para poder follar, o hacer el amor, creo que así suena mucho mejor.

— Escúchame Margaret. – gritó, mientras me tomaba por la mandíbula.

— ¡Suéltame!, ¡¿Qué te pasa?! – grité, mientras me soltaba de su agarre.

En sus ojos vi un descontrol que nunca había visto en mi vida, solo sentí como se abalanzaba sobre mí, tomando mis hombros para volver a zamarrearlos, con la diferencia de que esta vez no pude soltarme de su agarre.

— Escúchame pequeña zorra. – gritó, sin dejar de zamarrearme. – no voy a permitir que otra Carter su burle de mí. – sentí como me acercaba a su cuerpo, buscando mi olor nuevamente.

— No podría burlarme de ti Steve. – respondí entre gritos, mientras intentaba soltarme de su agarre. – porque ya no soy una Carter.

— Te lo advertí Maggie. – sentí como intentaba agarrar mis piernas, acercándome cada vez más a él. Acto que se vio interrumpido cuando la puerta se rompió de una sola patada.

El peso de Steve sobre mi cuerpo se hizo más liviano, mientras veía como James entraba a la escena y lo tomaba por la espalda, sacándomelo de encima y volteándolo para propinarle un golpe que lo mandó directamente al suelo.

Heridas de guerra | Bucky Barnes Where stories live. Discover now