Capítulo 44 ~ Cuatro caras y una moneda. [Parte 1]

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Maggie

Ahí estaba, frente a mi supuesto enemigo que decidí ayudar hace algo más de un año. Por la justa razón, de que parte de redimirse, era contarme toda la verdad.

Y cuando digo toda, es toda la verdad...

20 de mayo del 2023. Hace dos años.

La magnitud del momento me colapsaba. Hace casi 5 meses había tenido a mi hija y dos meses después, había vuelto a la ciudad para trabajar. Así era la vida aquí, ninguna podía ausentarse mucho. Todavía no ganábamos el poder suficiente para hacer lo que quisiéramos, así que la que se iba, perdía, justo como en la guerra.

Yo ya había combatido demasiadas guerras, así que sabía perfectamente lo que tenía que hacer. Ganarme este puto país, para que el día de mañana fuese una fortaleza para mi hija.

Luchaba día a día para convertirme en la madre que se merecía. Ya no podía ser la chica que le gustaba ser protegida por un supersoldado con heridas de guerra. Ahora yo debía convertirme en la que se paraba en primera línea y defendía a los suyos. Porque al final del día, solo me tenía a mi y a ella.

Ella, mi pequeña de 5 meses que aún no tenía un nombre propio. Con Nat y Sharon buscamos, pero ninguno lograba convencerme. Quería algo especial, que reflejara el ángel que desbordaba apenas la mirabas a los ojos.

Me sentía tan mala madre, casi 5 meses y mi hija aún no tenía nombre. Solo era llamada con apodos como "pequeña" o "princesa". Ansiaba encontrarle uno, pero mi cabeza no ayudaba.

Estaba en la oficina que compartía con Loki, por mientras terminaban de construir nuestro nuevo edificio. El pase que nos brindaría el poder del país.

Mi pequeña seguía inquieta y la amamantaba mientras terminaba de revisar los proyectos de algunas armas nuevas que estábamos creando con Bruce.

— Maggie... Yo sé que te encanta ser una mamá cool, pero no puedes tenerla ahí, mientras revisas tu trabajo. – escucho como Loki ríe por lo bajo y me rasco los ojos. Amamantar si que me da sueño.

— ¿Ahí donde? – digo para molestarlo. 

— Ahí, pegada en tu bub-, sen-, ahí, justo ahí. – dice, señalando mi seno y río por lo bajo, mientras él niega con la cabeza. 

— Se llama costumbre Loki, además, todavía no siento que haya terminado. – digo, sacando a flote lo primeriza que soy en esto de la maternidad.

— Oh, claro que terminó. Si lleva casi 1 hora y media ahí. – dice, acercándose. Separo mi seno de mi pequeña y lo vuelvo a poner en su posición. – deja que mami trabaje tranquila pequeñina. – la toma y comienza a pasearla por la oficina.

— ¿De verdad no te molesta? – le pregunto muy cohibida y el niega con su cabeza, sin dejar de moverla. A veces veo como la levanta y mi hija ríe ante las caras raras que le hace.

— La verdad, es que odio a los niños, pero no puedo evitar hacer una excepción con ella. – dice y la vuelve a levantar, soltando las risas de mi pequeña. – solo mírala, no podría negarme a nada.

Me quedo mirándolo por unos segundos de más y mi corazón se aprieta cuando pienso que otro hombre es el que debería hacer eso con ella. El mismo que se pierde las risas que ella le brinda a alguien más.

Pero no puedo llegar y decirle, "Hey, tenemos una hija, así que tendrás que meterte por el culo tu puta libertad". En su momento no pude decirle que estaba embarazada, simplemente porque la palabra "libertad" y "embarazo", eran antónimos e incompatibles. 

Heridas de guerra | Bucky Barnes Where stories live. Discover now