32: Limbum

8.1K 517 36
                                    

Blanco. Al abrir mis ojos todo lo que veo es blanco, es como estar en medio de la nada, donde no existen dimensiones ni objetos. Cierro los ojos, cada vez un poco más cansada.

Llevo tanto tiempo recorriendo el mismo camino, es frustrante, no saber si avanzo, retrocedo o doy vueltas en el mismo lugar, no hay nada visible que pueda indicarme a dónde voy, lo más desesperante es no saber qué hago aquí, ni dónde estaba antes de llegar aquí.

Parece no tener principio ni fin, no hay objetos, no hay personas, no hay nada.

No hay nadie conmigo, no sé mi nombre, ni quién me puso aquí y ni el porqué. Solo sigo mi camino, resignada a seguir moviendo mis pies por el resto de la eternidad, solo cuando me resigno a mi destino es que se produce un cambio.

Sonidos humanos llegan como un eco hasta aquí, llantos, sollozos y susurros. Lamentos sin origen, lejanos, ajenos a mí.

Hay sonidos humanos pero nadie a mí alrededor. Sigo sola en este vacío en el que me encuentro presa, sin puertas o guías. Es como estar en el limbo.

En un abrir y cerrar de ojos una puerta aparece frente a mí. Suspiro aliviada, sintiendo el picor de las lágrimas en mis ojos, la manija dorada gira con lentitud, apoyo mis manos en la madera gris y empujo con suavidad, la puerta produce un chirrido mientras revela la oscuridad de su interior.

Asomo la cabeza, pero eso basta, mi entorno cambia y de pronto estoy sumida en la oscuridad. Dos únicos puntos de luz se ven a lo lejos, dos orbes rojos al final de lo que parece ser un pasillo. Confundida, giro mi cabeza hacia un lado, las luces parecen moverse lentamente, acercándose hacia mí.

Retrocedo por inercia, hasta chocar mi espalda con una pared que no sabía que se encontraba ahí, pero es bueno saber que ya hay objetos y límites. Estiro mi mano con la intensión de tomar la perilla, abrir la puerta y salir corriendo. Pero la perilla ya no está, y la puerta tampoco.

Oigo mi propia respiración. Tengo miedo.

Miro de nuevo a las luces acercándose cada vez más solo para darme cuenta de que no son luces, sino ojos. Los ojos de un animal.

Restriego mis manos con desesperación sobre las paredes, buscando algo y no sé qué es. Mi mano derecha choca con algo, aparto mi vista de la amenazadora mirada roja y veo el reflejo de lo que parece una vara brillante, está fría y tiene una terminación triangular con filos.

Al tocarla mis dedos escuecen y el líquido caliente y rojo brota de ellos.

Algo falta, hay una pieza faltante.

Vuelvo mis manos a la pared mientras observo al animal acercarse cada vez más rápido. Arrastro mis manos con desesperación mientras sigo observando al animal.

Un sonido gutural resuena en la oscuridad y el calor empieza a invadir mi cuerpo, un calor abrazador.

Encuentro otra cosa colgada en la pared, tiro de ella, tomándola en mis manos. Es pesada y de gran tamaño, como una media luna color dorado. Pierdo el aliento, sé cómo esto funciona.

El pasillo se ilumina en rojos y dorados, el calor incrementa y de pronto cuando regreso la vista hacia aquellos orbes veo a la enorme criatura de aspecto escamoso escupiendo fuego. Sus enormes dientes se ven amenazantes y sus dos ojos del color de los rubíes me observan de manera fija.

El fuego me alcanza, baña mi cuerpo entero, no quema, no arde, solo me abriga del frío e ilumina el camino.

Suspiro, temblorosa y empiezo a correr al ver que el animal se acerca con rapidez, mi cuerpo no responde a mis órdenes, no retrocede, avanza.

Academia WindstormWhere stories live. Discover now