Prólogo

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Mucho más allá del Norte, donde parecía la tierra acabar, un grupo de encapuchados cabalgaba buscando resguardo entre los helados pinos del bosque embrujado. Seres tan antiguos como la tierra cuya sangre de miles de especies debía permanecer como el secreto mejor guardado. A paso lento los caballos negros como la noche, de ojos brillantes color zafiro y los dedos huesudos tomando las riendas, buscando encontrar refugio antes del anochecer.

Estaban cazándolos uno a uno, los reyes de las tierras del Norte y del Sur, buscando la juventud eterna y cura a todas sus enfermedades.

Entre sus espesas ropas, uno de ellos resguarda un cubo tan antiguo como el universo, capaz de retener la energía de miles de soles.

Desaparecer todo rastro de magia de la faz de la tierra sería la única manera de detener la cacería de especies, ya no había hechizo de protección que las brujas pudiesen hacer y ya no había tribu a la qué recurrir como refuerzo.

Más allá de lo conocido, entre árboles de hielo, la cabalgata finalizó. Los seres enredaron sus dedos, unos con los otros y realizando el ritual, sus poderes fueron cedidos al cubo, cubo que ocultarían en las profundidades de las cavernas o en lo más alto de las montañas de nieve, todo con tal de mantenerlo por siempre alejado de la humanidad, por siempre evitando la codicia y maldad del corazones de los hombres.

Los caballos comenzaron a relinchar, todos buscando liberarse de las cuerdas, zarandeando los árboles, remeciendo el hielo de los suelos, volviéndolos picos filosos a su alrededor.

Habían sido vistos, habían sido vistos por los hombres de caballos blancos y pieles cálidas.

El cubo ya no era un secreto y su paradero tampoco.

Academia WindstormWhere stories live. Discover now