1: Academia Windstorm

31.4K 1.1K 137
                                    

Podría hacer esto todos los días, sin falta alguna. Dormir, dormir y dormir, dormir hasta más de mediodía. Pero por desgracia, el día de hoy lucho contra un monstruo de cabellos rojos que casi a diario osa interrumpir mi largo y plácido sueño.

—¡Arriba! ¡Vamos, Alex! —exclama despegando las sábanas de mi cuerpo— ¡Debemos irnos!

Ruedo los ojos y vuelvo a estampar la cara contra la almohada, entre gruñidos, optando por ignorar sus chillidos, no es hasta que mi madre entra a la habitación que les doy la cara.

—Debemos conducir cuatro horas hacia el norte —me recuerda, apoyándose junto a la entrada—, el pueblo vecino está tan lejos como la capital —rueda los ojos.

Su rostro, desde aquí, apenas abandonado el sueño se ve como un borrón colorido entre la neblina.

—Cinco minutos...

—Hay que guardar las maletas en el auto—dice.

Es en este preciso momento en el que comienzo a cuestionarme en qué terrible momento decidí irme con este ser a cientos de kilómetros de aquí.

Jade Solaria ha estado conmigo desde preescolar, no recuerdo día de mi vida en el que no haya visto sus cabellos rojos revolotear con el viento.

En algún punto de la escuela primaria comenzamos a fantasear sobre lo asombroso que sería poder vivir juntas en el futuro y ahora ese deseo se estaba manifestado en la forma de una tétrica academia a las afueras de la pequeña ciudad en la que vivimos.

Gruño.

Esta no era mi idea de vivir juntas.

—No, no quiero volver a ese horrible lugar —me niego.

Jade pone los ojos en blanco y con su característico tono autoritario gruñe:

—Cállate ¿Y cómo que volver? Jamás hemos ido...

Le suplico con la mirada que me deje en paz.

—Ve a bañarte, quiero que te pongas ropa linda, comas un poco y que muevas tu trasero hacia el auto —ordena tirando sobre mí la toalla de baño—. No quiero volver a repetirlo, Alexander...

Alexander... Ahí va ese nombre.

De las peores cosas que pudo haberme pasado es que mis padres no supiesen que era niña sino hasta que nací, así es como Alexander se convirtió en Alex. Como consuelo me quedaba que al menos mi padre había tenido una única buena idea, hacer de mi segundo nombre Ofelia.

No es el mejor, pero es de mujer.

Para cuando me doy cuenta ya han pasado diez minutos desde que Jade dejó la habitación, si es que no iba a bañarme ahora, ella y mi madre perderían la cabeza.

Corro al baño.

Odio bañarme temprano, se me congela hasta el trasero, mi cabello se esponja y empiezo a sentir que me desmayaré en medio del lavado de cabello. Después de correr a arreglarme y desayunar batiendo mi propio récord mi madre y Jade me arrastran con ellas hacia la camioneta.

Los padres de Jade nos darían el encuentro en las instalaciones del Internado Windstorm.

Un gran y viejo castillo donde se alojan una mil estudiantes. Tienen equipos de waterpolo, fútbol, ballet, arquería, tenis y equitación, según mi madre, una verdadera oportunidad de hacer algo útil con mi tiempo libre.

—¿Estás emocionada? —pregunta mamá mientras pone en marcha el auto.

Pienso que la respuesta es más que obvia, y por si no lo sabe la respuesta es un: no.

Academia WindstormWhere stories live. Discover now