Capítulo 18.

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La noche caía tragándose los rojizos colores del atardecer, Jungkook no lograba comprender exactamente a qué se refería Kim con aquellas últimas palabras efectuadas anteriores a terminar en la escena dónde se hallaba sobre el regazo del mayor intentando corresponder como podía a los besos que muy a diferencia de otras ocasiones, resultaban lentos, dulces e incluso, delicados.

Su intranquilo corazón le traicionaba en latidos constantes y sonoros, aferrando las manos a los hombros del castaño entre abriendo los orbes por momentos y aún cuando no quería ser apresurado, ciertamente la lentitud o mejor dicho inmovilidad del de ojos grises comenzaba a atemorizarlo.

—Cuando te ame.—Susurró entonces sin rodeos el mayor, sus manos aún aferradas a la cintura impropia ejercieron un poco más de presión sosteniéndolo con demandante posesión, apegando su frente a la ajena, con la vista situada estática a los belfos rojizos del pelinegro.—Eso sucederá cuando te ame, perrito.

Amarlo, Jungkook por un momento se mostró triste tras aquellas palabras, la opresión formada en su pecho se delató visible a través del leve puchero formado por sus cerezos en un asentir quedo que ocasionó el bajar de su mirada, siendo dos dígitos de Taehyung los que acunaron su mentón obligándole a mirarle nuevamente y joder, que Jeon no quería verse idiota pero lo estaba haciendo justamente ahora, cuando aquella prepotente media sonrisa efectuada en gesto de Kim, logró arrebatarle una casi igual a él.

Quizá se estaba volviendo loco, tal vez sonreía con ese demente porqué él también se hallaba convirtiéndose en un completo desquiciado amante del dolor que su dueño le propinaba cual falsas caricias.

—¿Tienes recuerdos de tu niñez, Kookie?—Preguntó entonces, el tono ronco de su voz resonando cercano al oído ajeno, causándole al menor una sensación eléctrica casi incapaz de tolerar demostrando su nerviosismo en un escalofrío.—, yo si.—Prosiguió, la melancolía pareció por un instante teñir sus palabras tornándolas algo auto hirientes, no obstante aclarando su garganta musitó.—El dolor que se me infringió fue tan inmenso que ahora no puedo demostrar otra cosa que no sea la misma que recibí de pequeño, pero míranos aquí, tú pidiéndome que te haga el amor y yo, detenido en medio de la nada contándote estupideces que seguramente nunca vas a entender.

Pero lo hacía, Jeon quizá comprendía mucho más de lo debido, pues únicamente en su mente moran los recuerdos dolorosos que sobrellevó de niño, marcándole en la agonía de vivir infeliz de adolescente, después de todo eso era, un simple crío manipulado por el peor de los hijos de puta, insensible y despiadado, amándolo secretamente, queriendo que un día Kim Taehyung despertara siendo bueno, tratándolo dulcemente y pidiéndole perdón por todas esas lágrimas qué aunque no lo dijera, Jungkook derramaba solamente por él.

El menor suspiró, entornando sus celestiales orbes en dirección a la mirada grisácea del mayor, se vió en la obligación de presionar los belfos sumido al silencio, sonrojándose debido al nerviosismo que se aglomerada en su estómago tornándose impaciente, si tan solo lo entendiera, si realmente Jungkook fuese capaz de comprender que era esa sensación, las cosas serían menos difíciles para él, aún sabiendo el verdadero significado del amor y asimilando que aquello otorgado en manos de Kim no era una forma de amar sino que la más tortuosa obsesión, a pesar de ello parecía un completo nefelibata, un tonto ingenuo creyéndose su propio cuento inocente de qué un día aquel monstruo hecho persona lo amaría.

Que estúpido eres Jungkook creyendo que el amor entre el diablo y la humanidad existe.

—Cuándo era niño recuerdo que un día llegó mi padre demasiado cabreado,—Exclamó Taehyung entonces, su tono se oía distante, perdido e incluso su mirada parecía estar del mismo modo, ausente de vida hundida a la frialdad que emanaba de su alma pútrida corrompida por la agonía frívola que atacó y consumió su niñez volviéndola una completa basura.—no entendía por qué ha decir verdad, me acuerdo que estaba en la sala jugando con mis cochecitos, porqué si, amor mío,—Habló apresurado y aún cuando no había un ápice de cariño en sus palabras, ese “amor mío” causó un sonrojo notable en el chico sobre su regazo, para Jeon aquello era algo tan bonito que se sintió en la obligación de atesorarlo con los pocos recuerdos falsamente afectuosos ocasionados por su dueño.—tu amo jugaba con autitos de pequeño.—Se encogió de hombros, retirando momentáneamente su diestra de la cintura impropia, rebuscó en los bolsillos internos de su chaqueta la cajetilla de cigarrillos casi llena y recientemente comprada de camino, encendiéndose uno para mediante caladas volver a rodear el cuerpo del menor continuando con su relato.—Padre vino a casa con Seokjin, nunca había visto a mi hermano tan asustado, por un momento pensé que se iba a mear del miedo que le ocasionaba nuestro papá, —Rió amargamente, ladeando un poco su cabeza al recostarla en el asiento, alzando una ceja con los orbes fijos al pecho del pelinegro fumando tranquilamente.—el director de la secundaria había llamado a casa para decir que fuésemos en busca de Jin, el imbécil fue suspendido luego de haber sido encontrado follándose a su aparente mejor amigo en el baño de hombres.—Jungkook parpadeó atónito, casi tosiendo debido al humo ingerido por accidente al abrir su boquita de forma impactada robándole una sonrisa burlona al castaño.—Si, así quedé yo cuando lo oí.

𝐔𝐍𝐇𝐄𝐀𝐋𝐓𝐘 © → Libro 𝐈. TaeKookWhere stories live. Discover now