Capítulo 7.

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Leve mensión de smut, comienzo de un smut sado que se desarrolla  en el capítulo 8. Leer bajo su responsabilidad.










Caminó sin prisa alguna a su habitación con sus pies descalzos sintiendo lo frío del suelo, manteniendo aquella sonrisa ególatra que tanto le caracterizaba.

Si nos ponemos a pensar en la personalidad de Kim Taehyung queridos míos, debemos admitir que ese simple gesto es símbolo de caos absoluto. Una sonrisa de Vante, cómo le apodaba su padre, es el pase directo al infierno mismo sin retorno y condenado a la agonía.

Y en este momento sonreía, joder.

Se detuvo ante las enormes puertas de su habitación tomando ambos picaportes abriendo bruscamente, alzando una ceja ladeando su cabeza pretendiendo no perderse en la imagen divina ante sus ojos.

Si conoces a Kim Taehyung, has de saber que lo qué simboliza divinidad ante sus orbes, es objeto de obsesión para él. Y si, estaba malditamente obsesionado por ese mocoso.

No ha olvidado su promesa de jugar con su amada mascota, incluso eso se disponía a hacer cuándo se vió obligado a detenerse escuchando la pelea de golfas que tenían Jimin y SeokJin.

Pero ahora nada lo detendría, había llegado el momento que esperó durante todo el puto día y no maldición, nadie se lo quitaría.

Aquella imagen era simplemente maravillosa, el tono blanquecino de su piel única e incomparable, la desnudez completa de aquel cuerpo inocente y virginal. Sus azules orbes luciendo cómo dos inmensas galaxias llevándolo a lugares desconocidos, la forma en qué respiraba errático mirándole nervioso, mordiéndose el labio inferior tornándolo más rojizo de lo que ya era naturalmente, lo sonrojado de sus mejillas, su azabache cabello luciendo desordenado, todo de ese mocoso era malditamente perfecto sin poder ser descrito con palabras simples.

Fue entonces qué Taehyung encontró una nueva palabra para describir a su Jungkook, inefable.

El menor era simplemente inefable, algo irreal, una maravilla que no podía ser descrita en palabras, no existía nada que pudiese describir su perfección, no existe absolutamente nada más perfecto que Jeon Jungkook ante los orbes de Taehyung, quién habiendo visto tantas maravillas en el mundo, cree nunca haber visto algo tan hermoso cómo ese niño de ojos azules.

Su Jungkook era químerico e inefable.—Único para alguien tan caótico e insano cómo él.

El castaño sonríe ladino cerrando las puertas tras él permitiéndole a Jungkook el admirarlo, con el menor siendo un torrente de emociones desconocidas asustándolo internamente. Pues aún cuándo lo niegue, Taehyung es hermoso e irreal.

Se ve tan jodidamente perfecto con su abdomen descubierto de piel manchada por la tinta de tatuajes adueñándose de su pecho y hombro izquiero, con esos felinos orbes grisáceos tornándose peligrosos, amenazantes. Jungkook no quiere admitirlo, pero la sonrisa de Taehyung es lo más engañoso del mundo ante él, pues luce tan malditamente bondadosa e inocente, que es capaz de lucir cómo un ángel personificado, no obstante oculta un sinfín de atrocidades capaces de helarte la sangre, atemorizarte y traumarte a tal punto de no poder dormir preso de las pesadillas horrorozas que se adueñarán de tu jodida cabeza perturbándote.

Vante es el demonio más siniestro, macabro e insano, del maldito mundo y Jungkook se está enamorando, maldición.

Está encontrando bondad en la mentira, compación en la manipulación, amor en el sadismo, placer en el dolor y eso, eso es jodidamente malo para ambos, pues Jungkook puede enamorarse totalmente mientras Taehyung podría terminar confiando, aceptando, cuidando e incluso protegiendo.

𝐔𝐍𝐇𝐄𝐀𝐋𝐓𝐘 © → Libro 𝐈. TaeKookWhere stories live. Discover now